De nada sirve perder el tiempo en el tiempo fabricando ídolos con pies de barro, que cuanto más grandes son con mayor celeridad y estrépito se derrumban, y cuanto más brillo presentan, tremenda será la tiniebla siguiente a su momentáneo deslumbre de arteras seducciones. Mas, en DIOS, Luz sempiterna y verdadera, Amor inagotable e ilimitado, la decrepitud del ocaso y la oscura noche del luto y el llanto no tienen cabida. En ÉL vivimos en bienaventuranza y plenitud. Las patrañas del tiempo son desacreditadas y abolidas, los burdos engaños de las formas totalmente desvelados, las traiciones del ego por completo neutralizadas, la seducción de lo perecedero desvanecida. Ningún ídolo es ya adorado, quedando para siempre desdeñados y olvidados. El alma vuela libre, aun en lo que parecía encerrarla... el cuerpo pasa, el Espíritu perdura.
KHAAM-EL
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