domingo, 9 de abril de 2023

DISCÍPULOS DE CRISTO, HERMANOS EN SU RESURRECCIÓN

    "Pasado el sábado, al alborear el primer día de la semana, fueron María Magdalena y la otra María a ver el sepulcro. Y de pronto tembló fuertemente la tierra, pues un ángel del Señor, bajando del cielo y acercándose, movió la piedra y se sentó encima. Su aspecto era de relámpago y su vestimenta blanca como la nieve; los centinelas temblaron de miedo y quedaron como muertos. El ángel habló a las mujeres: 
   -Vosotras no temáis, ya sé que buscáis a Jesús el crucificado. No está aquí: ¡ha resucitado!, como había dicho. Venid a ver el sitio donde yacía e id a prisa a decir a sus discípulos: 'Ha resucitado de entre los muertos y va por delante de vosotros a Galilea. Allí lo veréis'. Mirad, os lo he anunciado.
   Ellas se marcharon a toda prisa del sepulcro; sobrecogidas y llenas de júbilo corrieron a anunciarlo a los discípulos.
   De pronto, Jesús les salió al encuentro y les dijo:
   -Alegraos.
   Ellas se acercaron, le abrazaron los pies y se postraron ante él. Jesús les dijo: -No temáis: id a comunicar a mis hermanos que vayan a galilea; allí me verán."
Mateo 28:1-10

* * * * *

    Todos los logros, riquezas, conquistas y poderes del mundo -en su transitoriedad- son minúsculas y vanas glorias ante la Gloria Infinita de DIOS VIVO... El tiempo surge, el tiempo transcurre, el tiempo acaba... apegados a la carne: evasión, angustia y muerte; liberados de su yugo: conciencia consciente, plenitud del alma y resurrección.
    El fin de los días, para quien en Cristo confía y Su Palabra cumple, es el retorno a lo sin fin... Quien ama, vive. Quien vive, ama. Quien no ama, está muerto. Quien está muerto, no ama. Vivamos, por tanto, con Amor y Amemos con Vitalidad. Olvidemos lo que no merece la pena ser recordado: la avidez, la ira, el miedo, la sensualidad, el orgullo, la tibieza, y tantas y tantas vanidades que pretendían ser algo, y recordaremos lo que nunca fue olvidado del todo: la plenitud de vida que en lo íntimo del Alma espera. Hermano en Cristo, únete, sin más demora, al canto feliz y fraterno de la comunión de Espíritu. ¡Aleluya! ¡Bendiciones! ¡Aleluya! Hoy y siempre, desde la resurrección de Cristo trascendiendo el tiempo y la carne mortal, es el día en que actúa el Señor para todo aquél que de corazón a Él se acoge, el día santo en el que la Luz nos hace Uno.
    ¡Abandonemos el malicioso y divisor empeño del ego por descollar! ¡Renunciemos a sus regalos que se convierten en piedras, espinas, grilletes y cruz que nos arrojamos y colocamos los unos contra los otros! Atravesemos el calvario de un mundo egocéntrico sin rencor, perdonando hasta el perdón mismo. Los que quieren las cosas del mundo por encima de la Verdad y el Amor, como nos enseñó Jesucristo, no saben lo que hacen; el Amor y la Verdad, sí lo saben. ¡Aleluya! ¡Bendiciones! ¡Aleluya! Amémonos de veras como el Amor de DIOS Ama... Amemos y Amemos  sí, un poco más a cada instante de nuestro latir en el tiempo. No hay potestad en el mundo ni tumba oscura que pueda con la Vera Luz del Amor de DIOS VIVO en nuestros corazones.
    Vayamos, pues, al corazón y compartámoslo, como pan y vino para el hambriento, como agua limpia y fresca para el sediento, como bálsamo reparador para el fatigado, como júbilo esperanzado para el desesperado y triste, como claror en medio de la oscuridad, como dulce sabor de eterna vida del espíritu para quien cata la amargura de la enfermedad, agonía y muerte carnales, como sacudida de fortaleza y confianza para el indolente, como bendición infinita en una maldición limitadora... Vida de la vida extendiéndose en ilimitada unicidad... ¡Aleluya! ¡Bendiciones! ¡Aleluya! El Amor y la Verdad triunfan, el miedo y el resentimiento nunca fueron realmente en el Corazón de lo Santo. El perdón total de uno obró el Milagro de los milagros en todos, y ahora sí, la humanidad que, hermanada en corazón y vida siga los mandatos del Amor, resucitará en el Día de los días, merced al cumplimiento en Jesucristo de la gracia liberadora de DIOS VIVO, que en el núcleo del Alma nos abraza en esencial unicidad e inagotable bienaventuranza. ¡Aleluya! ¡Bendiciones! ¡Aleluya!

KHAAM-EL


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