Cuando inclemente la tempestad sobreviene
agitando a todos y a todo a su paso,
el Espíritu de DIOS -si en Él de corazón confías-
te eleva a estratos donde las tremendas sacudidas no alcanzan.
Ahí donde los oscuros nubarrones de la rivalidad orgullosa,
los rayos y centellas de la calumnia, el viento recio de la adversidad,
la torrencial catarata de la pesadumbre y los truenos del odio y de la muerte
no tienen cabida ni poder alguno.
El caos desaparece sin necesidad de ser ordenado;
descarga su ímpetu ciego... y, de súbito: claridad.
Una mano no puede hacerse a sí misma, ni una lombriz volar como el águila.
Necio -si no loco- es pretender reducir la comprensión del cosmos
a la mera sinapsis neuronal,
catalogando a la consciencia como pensamiento nada más.
Todos los ruidos, palabras y melodías del silencio vienen
y a él, ineludiblemente, regresan...
... En la quietud que abarca y engulle toda egoica actividad,
lo verdadero, esencial y eterno se revela indiviso de uno, de todos, de todo...
... DIOS ES.
Khaam-El
No hay comentarios:
Publicar un comentario