Abandoné el loco anhelo de personal éxito, permitiendo al latido interno bullir intrépido. Y reviví ligero y alegre como los niños.
Solté el sentido del entretejido semántico, dejando al íntimo silencio expresarse indómito.
Entregué el compás, el ritmo, a la vida misma, danzando con su bella e inédita sinfonía, rindiendo todas mis letras por un alma en calma.
¡Que toda ansia de lisonjas se someta a la Divina Unicidad, libre, voluntaria y definitivamente!
Confío en que la Providencia me guíe. Y experimento conmovido, risueño y esperanzado, la gracia de vivir en el milagro incesante.
Permito que las frases se ubiquen por sí mismas en las blancas páginas de la vida, comprobando cómo, así engarzadas, escriben la historia de Redención de mi alma… llevándome feliz por el camino de retorno a DIOS.
¡Que mi canto sea un himno gozoso y desprendido que inspire a todos aquellos prójimos deseosos de infinitud!
Ambiciono únicamente lo Eterno, y acaba toda egoica ambición.
Deseo tan sólo la Verdad, y cesa todo falaz deseo.
La Vida toda se despliega grácil y luminosa, cuando ninguna pretensión predica con necio juicio que su sentido y su función es el particular triunfo, porque la Verdad, en esencia y eternidad, nos muestra que todos somos unos en Uno.
Sólo Tu Voluntad, DIOS…
Sea en mí Tu Voluntad...
Y la paz de Espíritu, Es.
KHAAM-EL
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