sábado, 29 de abril de 2023

A LOS OJOS Y OÍDOS QUE QUIEREN VER Y ESCUCHAR DE CORAZÓN

    A veces las palabras que suenan duras y van directas a la raíz de la justificación de la mundanalidad más superficial y hedonista, son el mejor regalo para que el terrible error egoico, que estaba amurallado tras un corazón endurecido, frío e impermeable, además de corrosivamente escondido en los sótanos de una mente embotada bajo capas y capas de pensamientos indolentes o vanos, comience a desmoronar sus defensas, que como los muros de una cárcel nos encerraba, angustiaba y condenaba al "llanto y crujir de dientes" ofertando maliciosamente lo contrario.
   Porque, cuando las mentiras convencen como verdades y la Verdad es despreciada, tergiversada y acosada por la tibieza e indolencia de una generación que adora el dinero, el confort y la apariencia por encima de la honradez, la amigabilidad y la sencillez, la decadencia más funesta (como tantas otras veces en las repetitivas páginas de la Historia) corroe los cimientos de esa sociedad enferma del alma y carente de fe siquiera "como un grano de mostaza", hasta desmoronarla en el desastre, el horror y el crimen, que serán un autoimpuesto revulsivo dolorosamente inevitable. Pues, quienes niegan la Luz se extravían entre tinieblas.
    Por eso, quienes rechazan la sagrada y eterna Ley del Amor se corrompen entre envidias, lascivias y codicias; quienes vedan la vivencia del Espíritu agarrándose ávidos a la corporal vida como la principal, e incluso la única, son muertos soñándose vivos, meros autómatas de las pulsiones egoicas que en la superficialidad de los sentidos sucumben; quienes compiten contra su prójimo para alcanzar éxito mundano, en su rehúso de la fraterna paz por la orgullosa competitividad anhelante de cimeros puestos, son los últimos en el Reino de lo Cielos; quienes rememoran ofensas pasadas y no viven el perdón presente se cavan un hoyo futuro; quienes se pavonean dignos, fingiendo hipócritamente virtud e interés social mientras actúan para sí mismos, esconden las mayores indignidades e iniquidades que en el 'Día de la Luz' serán sin cortapisas desvelados; y quienes olvidan el Infinito Amor de DIOS VIVO caminan a tientas por sendas de dolor, oscuridad y muerte.
    Sí, más allá de toda duda o negación, DIOS vive en nuestros corazones. No temamos, ni nos jactemos o avergoncemos. Vivamos humilde, generosa y amigablemente. Caminando las rutas del mundo sin ser del mundo: la mirada puesta en lo eterno, el oído presto al sagrado susurro del corazón que nos hermana con el prójimo doliente y necesitado. Hoy, siempre hoy, amigo/a, es un día para ver y oír con el corazón, de enmendar si hemos errado y de perseverar si la paz de Espíritu nos guía. ¡Bendiciones! Y pongámonos, sin demora, a caminar juntos en intención y acción el estrecho sendero que conduce a la Plenitud Divina... Finalmente, si así hicimos, todo fue bien.

KHAAM-EL


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