Pretender una posición más alta sobre el común erige atalayas de incomunicación y discordia, que en lugar de llenar al corazón de dicha, lo endurece, engríe y angustia. No hay peor pesadilla que aquella que comenzó pareciendo un cuento de hadas. Por eso, vivir con conciencia es fundamental para no sucumbir a ilusiones que dan lo contrario de lo que sugieren.
Ahonda. Medita. Despierta. El tiempo nos devuelve la plenitud de la eternidad cuando hay amor auténtico, y nos lastra hacia la corrupción y la muerte cuando se quiere ser cimero. No hagamos lo contrario de lo que ciertamente anhelamos por un vano sentirse más. Rendir al batallador es dejar de perder; porque en cualquier combate, en mayor o menor grado, todos los contendientes pierden.
Contempla al contemplador y no encumbres su parcial posicionamiento. Los milagros y las asombrosas sincronicidades son para los sencillos y humildes (los valientes de veras). Caer al fondo de uno mismo, sin resistencia ni temor, viendo lo que hay sin autoengaños o presunciones, eleva sobre los condicionantes egoicos que pretendiendo brillo, opacaban y acopiando, perdían. En verdad todo es muy simple, intentar aferrar lo fluyente es un viejo imposible que cuanto con más ahínco aprieta con mayor celeridad se escurre.
Fluye... Suelta... Vive... Acepta... Comparte... Ama... Y en lo hondo, de súbito, lo infinito: DIOS VIVO en ti, en mí, en todos, en todo... nadie más que nadie, nadie menos que nadie... Divina Unicidad.
KHAAM-EL
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