No herir lo que hiere, ni odiar a los que odian, dando lo mejor de sí para el bien de todos en esencia y verdad, sin esperar o demandar nada en especial, transforma la aridez del corazón cerrado en un vergel inmenso de bienaventurada plenitud. Por la Gracia, el perdón, la humildad y la amorosa perseverancia redimen de lo bajo del tiempo y de la muerte, conduciéndonos a lo Alto y Eterno.
Bendiciones Divinas se derraman por doquier, trocando los secos espinos del alma angustiada por la temerosa carne en jugosos frutales que comulgan con las livianas nubes intemporales de la Gracia, que, derramándose, incesantemente dadivosa, se fusiona (transformándolos y renovándolos) con el marino trasparentar de un discernimiento ahora sosegado y el fértil terruño de lo fraterno y genuinamente humano... Y el sustancial entendimiento, torna en límpido espejo del Cielo; y lo humano, oh maravilla, deviene así en actuante y valerosa escultura de la Vida Eterna, Intangible, Sagrada e Inseparable de DIOS VIVO.
KHAAM-EL
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