Lo que deja de ser es apariencia inestable e ilusión, jamás la consistente realidad; pues ser, en esencia y verdad, no puede llegar a no ser, ni estar aislado o confinado en el ávido temor de la diabólica desesperanza egoica. DIOS ES, y por eso nosotros somos; nunca al contrario. Evidentemente no hay nubes sin cielo, peces sin agua, mundos sin espacio ni inteligencia sin alma; la vida es del Espíritu y de la eternidad, del Amor y de la Dicha, nunca del tiempo ni de la carne, tampoco del rencor y del pesar.
KHAAM-EL
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