1.
Mientras la mente, elucubrando posibilidades o conjeturando imprevistos, no esté presente en el presente, sucumbe al hechizo de lo irreal considerándolo real, al embrujo de acreditar el cuerpo corruptible como su propio ser.
2.
Es el tiempo una fabulación de la mente, que -contándose producto de la carne- a cada latido siente descontársele su particular estadía. Por eso, lamentarse o añorar lo pasado lastra el presente con temores acerca de un ilusorio futuro imaginado por el ilusorio ego, tomado antinaturalmente como la natural identidad.
3.
Siempre es el presente vivido con conciencia clara, nunca un logro venidero, el puente a lo intemporal, a la inefable realización de lo espiritual y eterno, aun en la carne y el tiempo.
4.
Yerra siempre el humano entendimiento, en cuanto pretende conocer aquello que trasciende y posibilita lo físico, apoyándose sólo en su restringida percepción sensoria.
5.
El ego, por su separatividad, desasosegadamente teme y engaña; el Espíritu, en Su Plenitud, a diferencia del ego felizmente Ama y libera de todo engaño.
6.
El Espíritu es vida verdadera, la carne vehículo nada más; y sólo el Espíritu, por tanto, puede traer al mundo la vivencia de la Plenitud Original.
KHAAM-EL
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