Pululando inquieto en el silencio, el ruido -como las cambiantes formas en el espacio que las rodea- intenta ineficaz ocupar un ámbito que le sobrepasa y envuelve. No hay tiempo, ego ni desasosegado relato que oculten lo Divino e Inmutable. Atiende, no distraigas la presencia esencial en ti con un autodiscurso que la proyecta hacia un allá circunstancial e imaginario que choca con lo que Hay, con lo que Es... En la confiada y callada quietud de la mente, la sublime sinfonía del Espíritu se escucha clara y hermosa, bendita y vivificadora, inmediata y eterna, unificadora e inefable, plena, amorosa y sagrada.
KHAAM-EL
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