lunes, 16 de mayo de 2016

SOMOS SIN ETIQUETAS *

   Permanecer ecuánimes y no darle importancia a nuestras tendencias particulares posibilita el milagro de la corrección de la mente, el despertar de la conciencia que reconoce que no es los pensamientos que en ella suceden ni está por ellos limitada. Es así como el término del sufrimiento acaece, con la sencillez de no resistirse a la disolución del ego y sus vanas historias. Ahonda... Comprende... no hay felicidad duradera en lo separativo ni puede hallarse paz en los prejuicios; porque no hay verdad en lo mudable ni verdadera vida en lo pasajero. La silueta que perfila las superficies y sus tonos nada tiene que ver con la esencia que las alienta (un vehículo no es su conductor); luego nadie es su apariencia, ni tampoco los pensamientos cambiantes (vehículos de expresión) que surgen en la Consciencia pura e indivisa (conductor) tienen auténtico significado.

   En lo básico, común y verdadero no hay identidad personal que pueda definirnos... no hay comparación que pueda valorarnos... no hay referencia que pueda clasificarnos... no hay creencia ni tesis que pueda realmente separarnos... no hay justicia alguna en el confabularse, despreciar o segregar... no hay especialismo que pueda distanciarnos de lo puro, sagrado e inherente... no hay apariencia posible que tenga significado real, ni sueño que finalmente no se difumine.... no hay nota que pueda en verdad evaluarnos, ni cantidad que pueda realmente tasarnos. Todo es más sencillo que la complejidad que el egoico razonar valora; por lo que no hay excusa que pueda justificar discriminación alguna, ya que no hay etiquetas en el Amor. Todos, en esencia, somos Hijos de un único Dios, plenos, eternos, benditos, allende todos los cuerpos y sus tiempos pasajeros. Nuestras almas puras son la extensión creativa de Su Santo Espíritu. No estamos separados, jamás, imposible, en la vida verdadera del Espíritu.    

   Todos somos sin etiquetas.... ponérselas a nuestro prójimo es olvidar el significado del Amor, ignorando la completitud de Dios, la Divina Unicidad en la que somos, y que nos plenifica indisolublemente en esencia y en verdad. Abramos el corazón completamente en el presente, no lo protejamos con juicios y etiquetas que lo restringen y aprisionan, vivenciemos como lo esencial, eterno y bienaventurado nos hermana más allá de los viejos clichés temporarios. ¡Despertemos del fatal sueño de los resentimientos! Recordemos, ahora, aquí, no apegándonos a ninguna idea separativa, y... amémonos, de nuevo, sin límite ni condiciones.

KHAAM-EL



Somos Uno en el Amor.



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