sábado, 11 de abril de 2020

SILENCIO



   "Al anochecer llegó un hombre rico de Arimatea, llamado José, que era también discípulo de Jesús. este acudió a Pilato a pedirle el cuerpo de Jesús. Y Pilato mandó que lo entregaran. José, tomando el cuerpo de Jesús, lo envolvió en una sábana limpia, lo puso en su sepulcro nuevo que se había excavado en la roca, rodó una piedra grande a la entrada del sepulcro y se marchó.
Mateo 27:57-60 



   Hay una sepulcro en el que la muerte es enterrada y vencida para siempre. Las luchas quedan atrás, los sufrimientos terminan, el reinado del ego acaba. El espacio que abarca la totalidad de los pensamientos y que trasciende todas las formulaciones que se pudieran elaborar, es el ámbito sagrado de lo Real, la Dicha que no conoce pesar, la Paz allende todo entendimiento, la Vida que no sabe de muertes. No necesita de conceptos, símbolos, palabras o imágenes, para comunicar lo que ES, sencillamente porque lo que ES es en comunión. No signifiques, por tanto, amig@, lo que le quita el significado a lo santo y perdonarás todo el dolor que lo separativo (el sistema de pensamiento del ego) proyectó sobre unos cuerpos frágiles y temporarios a los que señaló como hogar, como identidad, como seguridad..., para acabar sintiendo justo lo contrario: desarraigo, confusión e incertidumbre. No atiendas, pues, a ese discurso y atiende a lo innombrable, a lo sencillo, a lo inmediato, a lo inefable... El silencio del ego es la Palabra viva del Espíritu Santo... Cuando el mundo calla, el Cielo se abre. Cuando la mente se aquieta, lo Divino se comunica sin interferencias. Cuando el corazón sosiega la agitación del miedo/deseo y perdona sin temor a romperse en mil pedazos, el Amor se evidencia, se derrama, se extiende... nos plenifica...

... Y, tras la dura jornada de la agonía de muerte, en la que todos los alaridos, reproches y furias del ego son perdonados, enmudecidos y sepultados para siempre, una vieja promesa va a cumplirse: Resurrección y Vida eterna.

KHAAM-EL



Cuando el instante es vivido al instante 
en su ámbito trascendente...,
donde todas las palabras son nada,
donde noche y día no son diferentes,
donde todas las formas son poco,
donde el Espíritu es todo...
¡Oh, Dios! ¡La Plenitud y la Vida eterna!



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