Todo lujo o pompa es superfluo, y cualquier altivez, bajeza. El ego lanza anzuelos buscando enredar a astutos malandrines a quienes aprisionar en su propia trampa, o incluso pescar a insensatos bienintencionados pagados de sí. Por eso, evitar doblegarse a la tentación de lo especial y sobresaliente, de lo vistoso e inclemente, es crucial en el genuino florecimiento de lo espiritual (creerse mejor que otros es un lujo del pensamiento y una grosera arrogancia moral). Empeñarse en atrapar ensueños que eleven sobre el común descorazona, hunde y duele, según se desvanecen todos ellos en su inevitable inconsistencia. Mas, amigo/a, la ratonera sólo caza ratones cuando estos sucumben al deleitoso señuelo que, mortífero, resalta en la fatal trampa.
KHAAM-EL
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