Amor infinito. Incomprensión. Traición. Escarnio. Dolor. Violencia. Muerte. Silencio, atronador silencio... Aparente derrota del Amor de amores.
En el llanto y el desconsuelo, en el desamparo y el miedo, el cumplimiento de la promesa de Jesús nazareno de volver victorioso del mundano fracaso parecía imposible. Mas, al tercer día desde la devastación, de lo oscuro y tenebroso, de la mortaja misma que agusana carnes y pulveriza huesos, el fulgor de lo Santo se alzó de la tumba y se mostró glorioso, señalándonos diáfano el Camino, la Verdad y la Vida... Dación sublime, Milagro de milagros, la cruz más sangrante e injusta trajo la inapagable luz resucitadora y pura que traspasa los siglos y sus aconteceres.
El Espíritu Santo que Jesucristo ofreció generoso en cuerpo, se vierte inagotable hasta el fin de los tiempos, para que quien en Él confíe y con Él obre, en Él y con Él resucite. Perenne ejemplo, invitación y esperanza de plenitud en un mundo plagado de desafueros, discordias e insidias, de avaricias, competitividades y altiveces. Perdonar es Amar. Y no hay perdón mayor de lo malvado, que conocer y vivenciar el infinito Amor que DIOS VIVO tiene por todos y manifestarlo, sin ambages, en el abandono del 'mí' por el 'Nos Universal'.
KHAAM-EL
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