La consciencia siempre es más que el pensamiento y la forma; de hecho, estos suceden y derivan de ella, y no ella sucede y deriva de estos. Así que la mente identificada con el cuerpo, el ego, repleta de pensamientos personales que surgen y terminan, es una idea de la realidad, no la realidad misma; una fabricación, no una creación y extensión de la Verdad y la Vida. Por eso, ciertamente, aunque la mente/cuerpo lo parcele en un tiempo pasado, actual y venidero, referente a su propia mortal e imaginada perspectiva, nunca empieza ni acaba el presente. La consciencia consciente de ser consciencia y no ego, nuestro verdadero ser, trasciende el mundo en el mundo, conoce el Espíritu en la carne, atisba la sutil solidez de la eternidad, desvaneciendo el espejismo del tiempo, y experimenta, en lo perceptivamente separado, la plenitud de ser inseparable de DIOS VIVO, la eterna bendición de ser Hijo de DIOS. Porque sabe que la luz, la paz y la dicha son inherentes a la Divina Unicidad que en esencia hay, y que somos en comunión: Amor, inagotable Amor.
KHAAM -EL
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