lunes, 18 de mayo de 2020

CARTA ABIERTA AL PRÓJIMO EN TIEMPOS DE PANDEMIA

   Hoy oigo al odio, a la mentira y al miedo más deslenguados que nunca, expulsando su visceral ponzoña en telediarios, programas de televisión, emisoras de radio y en vídeos, audios y foros de internet. Es como si el sentido común hubiera perecido por miedo al coronavirus más que por el propio coronavirus, y que lo único que vaya a quedar tras esta transitoria pandemia sea una definitiva ira, frustración, fobia y desconfianza, junto a una tremenda culpa arrojada con siniestra malicia contra el rival político o antagonista ideológico, contra el vecino que no hace lo que se espera que haga, contra la vida y las relaciones que ahora ni se abrazan, ni se besan, ni siquiera se saludan con cordialidad -al no sentirse cómodas cerca del prójimo por temor a la enfermedad que pudiera contagiarles-, cayendo en actitudes de intolerancia y acusación -rayanos en el estado policial o acusativo- que son más enfermizos que la propia enfermedad que se quiere erradicar. ¡Ojo! Si esto no se enmienda pronto, vamos a la catástrofe social, cultural y económica, incluso bélica.
   Urge asumir la responsabilidad de conciencia y actitud. ¡Es tiempo de despertar del letargo de los siglos! El gobierno, incoherente, colapsado y desbordado, atacando deslealmente a la oposición cómo si él mismo fuera la oposición y ésta fuera la responsable del mal presente por su gobernanza pasada y ya antigua, mientras, de igual manera, la oposición se encuentra colapsada y sin ideas claras dejándose arrastrar como un títere por los acontecimientos que también la desbordan. Sólo unos pocos periodistas, valientes y librepensadores, se mantienen ecuánimes buscando ofrecer la mayor veracidad posible acerca de los sucesos, al igual que sólo unos pocos médicos, científicos, políticos, sociólogos y conciudadanos en general, no se dejan llevar por el tsunami de la exasperación, el alarmismo, la exageración, la incongruencia y el miedo que esta pandemia ha sacado a la superficie del inconsciente colectivo.
   Falta humildad, análisis ecuánime y concordia en todas las capas del tejido social, mientras sobran la mala leche, la incompetencia y la arrogancia de los dirigentes pagados de sí, que fingen saber lo que a todas luces no saben, por las escandalosas contradicciones en las que incurren quienes idean y promulgan las normas del confinamiento 'saludable', cuando las depresiones, las fobias, la pobreza por falta de trabajo quitado por 'seguridad' y el entumecimiento muscular y anímico se disparan exponencialmente (la izquierda, centro y derecha políticas son, sin duda -para el que ve más allá de lo tendencioso-, obsoletas y fallidas perspectivas de gestión y relación que, a lo evidente me remito, desunen más que colaboran), y, a su vez, escasean reflexiones y mesura en los que acatan esas anormales normas de inseguras seguridades, por los irreflexivos pánicos y odios que viven los más por no cuestionar, ni un ápice siquiera, unas medidas desmedidas que coartan, con mucho, la libertad y el buen seso. Por eso, insisto e invito al despertar de la consciencia, a la esencial vivencia de lo genuinamente fraterno por encima de las mezquindades egoicas.
   Así que hoy, más que nunca, se necesita de la oración, la meditación y la reflexión profunda para no cruzar el punto de no retorno, al que nuestro borreguil comportamiento como sociedad, temeraria e inconscientemente, nos precipita (seguimos al lobo con piel de cordero como si fuera nuestro mayor benefactor). Más, en tiempos de angustia y desesperanza, de terror, enfermedad y miseria, de resentimiento e ira, es cuando más importante son la fe y la esperanza. Por eso, hoy, justo cuando oigo al odio, a la mentira y al miedo más deslenguados que nunca, con fervor renovado oro e invito a orar juntos, cual uno solo, esta breve y sentida plegaria: -¡Oh, Dios! Ilumina nuestra mente, abre nuestro corazón al prójimo y danos Tu fortaleza para hacer lo que debemos por el bien de todos. Para que el Buen Pastor (el Espíritu Santo, la Budeidad, el Ser, Dios, o como quieras nombrar a Lo Inefable, Sagrado y Eterno) alumbre las tinieblas que aterrorizan al mundo y desenmascare al lobo disfrazado de Caperucita, y podamos ahora, libres y hermanados, transitar por la senda que nos conduce a la Verdad, la Vida y el Amor, a la Plenitud Divina.

KHAAM-EL



No te cierres y marchites por el miedo
y ábrete con Amor a la vida toda.
El Espíritu es vida; el cuerpo, no.
Sigue Su soplo yendo allende lo denso y transitorio.
Sí, no mueras más en vida temiendo morir
y encontrarás la Vida Eterna
en la dación feliz de tu tiempo por el Bien Supremo de tod@s.



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