martes, 5 de mayo de 2020

LA ESENCIA DEL MENSAJE CRÍSTICO

   Los templos (iglesias, sinagogas, mezquitas...) e incluso los centros de enseñanza y educación (colegios, universidades, academias...) acaban por secarse, a semejanza de la higuera de los evangelios que no da fruto a su tiempo ("Entonces Jesús habló a la higuera y le dijo: -'Que nadie vuelva ya a comer fruto de ti.'"), como señal o advertencia de Dios de que ahí no hay fruto de vida, no hay Amor, no hay genuina fraternidad, sino intereses mezquinos y mundanos que toman pero no dan, y se entristecen, desasosiegan o enojan cuando se desmorona su chiringuito. Puesto que, cómo nos dijo Jesús de Nazaret, no sólo de pan vivimos, sino también de comunicación esencial, de expresión viva que nos empodere, liberándonos de la falsa empatía de la pequeñez y el sufrimiento, que nos iguale en lo sustancial, nos ilumine, reconozca y ame. ahí, sin duda, nuestro sí ha de ser un sí completo al espíritu, y nuestro no ha de ser un rotundo no al ego y sus tretas de lobo con piel de cordero. Si se es tibio, los templos y lugares de enseñanza languidecen y pierden su prestigio e influencia, por su sordera y ceguera a lo en verdad importante. El mundo abastece de lo del mundo; dejémoselo, pues, al César. De la hondura del alma y la dicha de ser, se ocupa Dios; y les corresponde a sus testigos y mensajeros, a su iglesia, desplegar Su Enseñanza Sagrada que más que palabra o simbología es Espíritu Santo significándola, y que nos impulsa a lo nucleico, a lo que trasciende la comunicación oral, secular o litúrgica, llevándonos a lo inefable, intemporal y universal; es decir, a aquello en lo que compartir el pan y el vino al hambriento y sediento, sanar enfermos, profetizar, comunicar, e incluso resucitar muertos, ha de ser un compartir en/con/por y para el Espíritu, para el bien de todos, mostrando la vida eterna del alma, el amor, la paz y la bondad que nos reconoce Hijos de Dios. Esa iglesia, la verdadera, aunque sea en una pequeña habitación, pervivirá aún en las circunstancias y tribulaciones más adversas, porque todo lo que toma del mundo con el mundo lo comparte, y todo lo que toma de Dios, generosa y valientemente, lo ofrece... Mantengamos, por tanto, siempre presente la esencia del pueblo de Dios, de iglesia, que Jesús nos dio, y que más que una cuestión de cantidad (ciegamente, la cantidad es el baremo del mundo) es de calidad, de cualidad, de profundidad y comunión (la Luz del mundo): "Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos." Mateo 18:20. Tal y como, ahora, estamos tú y yo, amig@, mestr@ de Dios, herman@ en Cristo, reunidos en Su nombre, en nombre del Amor, la Plenitud y la Vida Eterna.

KHAAM-EL



Cristo está tan cerca de nosotros
como nosotros nos acerquemos a nuestro prójimo en Su nombre;
recordándole, en lo mundano, su naturaleza divina.
No nos preocupemos por las cosas del mundo, 
atendamos con todo nuestro corazón, mente y ser a las del Espíritu, 
al Amor de Dios...
Y Su paz y alegría 
nos sostendrán en las vicisitudes y adversidades.
¡Confiemos! Dios no falla...
Cultivemos la paciencia, y la esperanza de plenitud
se nos confirma en el presente
como una consumación inevitable.



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