sábado, 16 de mayo de 2020

YA ERES LIBRE, LA PERCEPCIÓN ES EFECTO, JAMÁS CAUSA

   Al igual que la imagen reflejada en el espejo no es en ningún momento quien realiza los movimientos que refleja, el mundo perceptivo es un mundo de efectos, de reflejos, jamás de causas. La confusión de la identificada proyección personal (ego) dota a la falaz creencia de un hacedor egoico como causante de algo de un poder que nunca ha tenido ni tendrá, excepto en una ilusión de espejado despropósito que distorsiona la vivencia plena del presente mediante un cúmulo de juicios de limitada perspectiva y alcance que parecen fraccionarlo todo en una innumerable sucesión de inamovibles pasados y posibles futuros que condicionan la vida en unas estrechas miras que todo lo ensombrecen y enmarañan. Conocer esto es despertar del doloroso sueño de la culpa y la muerte. Y, para despertar de de él, hay que ir al núcleo del surgimiento de los pensamientos personales con una constancia y honestidad radical, con la cual evidenciar que no somos lo que esos supuestos pensamientos personales pregonan, que somos el espacio infinito de consciencia pura en el que éstos pueden suceder, un inorillado campo de potencialidad infinita inseparable de Todo Lo Que Es. Se constata con feliz asombro cómo lo secuencial/azaroso (lo que parece surgir para después desaparecer y no ser) es un espejismo de la percepción que se desvanece de súbito, sin dejar rastro, gracias a la claridad de la visión espiritual que nos muestra la sincronicidad de todo lo percibido en la simultaneidad intemporal desplegada en la forma de una esencia inmortal e informe que no es afectada en absoluto. ¡Despierta! No te apegues, por tanto, al resultado de unas expectativas formales y te sabrás libre de todo condicionamiento, aún en el confinamiento de las normas que el miedo/deseo parecen imponer. ¡Alégrate! Ya eres libre, la percepción es efecto, jamás causa. Nada puede afectarte en tu naturaleza real, divina, pura, infinita. Ahora, el temor, la depresión, la rabia, la angustia, la codicia, la culpa, el rencor, la pena, el desconcierto, la evasión y tantos y tantos sufrimientos presentes confundidos con posibles placeres futuros son resueltos, en un Aquí que trasciende la percepción misma en su meollo. Todos los tiempos y lugares junto a las circunstancias que les acompañaban o acompañarán son minúsculas naderías en la Infinitud del Ser, en la Bienaventuranza del Amor, en la gloria de la Divina Unicidad.

KHAAM-EL



El Amor, el Espíritu, son causa;
el miedo, el ego, nunca.
No confundas, por tanto, al miedo de la percepción egoica 
con la plenitud del Amor. 
Permite, aquí y ahora, a la esencia de tu Ser florecer
y emanar su fragancia libremente
sobre todas las tonalidades, siluetas y situaciones
que el perceptivo interactuar mundano despliegue,
por absurdas e incluso dolorosas que éstas parezcan
y te sabrás indiviso del Amor de Dios.




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