DEMOS GRACIAS A LA VIDA

    Agradezcamos todos nuestros días y todas sus noches... Agradezcamos los caminos que la jornada nos depara junto a los encuentros y sucesos que en su transito se desarrollan, por dispares que sean conducen todos a una misma realidad bendita e indivisa cuando son recorridos con consciencia, con amor, con modestia y entereza. Demos, pues, gracias a la vida, que nos da tanto hasta cuando parece quitarnos, hasta cuando parece sacudirnos. 

    Cada día, radiante o no, cada noche, tranquila o agitada, es una oportunidad para abandonar el miedo y dejar atrás sus aciagas angustias y convulsos reconcomes... Cada risa es un regalo que compartir; cada llanto, un acicate hacia la compasión y la obra desinteresada; cada irritación, un recordatorio a la paz; cada duda, una ocasión para renovar el ímpetu por la verdad; cada revés de la fortuna, un guiño a la humildad; cada afrenta, una posibilidad de perdón; cada deseo que convulsiona el ánimo, un aviso a aflojar y soltar; cada enfermedad o dolencia, una advertencia para no descuidar la vida del espíritu; y la muerte, no temamos, una resurrección para la vida bien vivida, para la vida que incluye, libera y ama. ¡Bendiciones! ¡Aleluya! No hay carne que limite al Espíritu Eterno que en esencia y comunión somos, ni tiempo que lo sepulte.

KHAAM-EL