miércoles, 1 de junio de 2022

RENUNCIAR AL EGO ES VOLVER A LA PLENITUD DEL AMOR DE DIOS

    Ahondemos, meditemos, reflexionemos, oremos, rindamos toda presunción de sapiencia especial. Seamos esencialmente humildes. Cuanto más intentamos comprender, mensurar y catalogar el universo humanamente perceptible, más ignorantes nos reconocemos. Confiemos, pues, en la vida por la vida misma: amémonos de corazón, estemos en paz interior para que ésta se extienda al exterior, aceptemos nuestra condición temporal con alegría e invitemos a esa connatural alegría a nuestro prójimo. Y al abandonar el apego a un yo deseante y temeroso, 'Algo' -que no es algo ni alguien exclusivo ni aparte- se evidencia en nuestra antigua invidencia. Ahora vemos lo que los ojos del cuerpo no ven y atendemos a una Quietud Insondable que en las profundidades del Alma se comunica bendiciéndonos, colmándonos de Dicha, Amor y Eternidad; sincronizando milagrosamente nuestro retorno de lo ilusorio a lo Real, de lo tenebroso a la Luz, de lo doloroso a lo Bienaventurado, de lo corpóreo a lo Sutil, de lo moribundo a lo Inmortal, del mundo del ego a la Gloria de DIOS.
     Porque es (por la gracia lo vivencio) mediante la renuncia al yo especial, al yo separado y separativo, a ese yo temporal que ufano e impulsivo se afana por conseguir sus deseos y rehuir sus miedos, a ese yo interesado en justificar y valorar su particular punto de vista por encima de lo que hay y es, cuando se apertura en semejante mente egótica, llena del conceptual ruido de cálculos, teorías, estratagemas y suposiciones, un espacio de Sagrado Silencio revelador de la Plenitud Espiritual de la Consciencia, de la infinidad inmarchitable de las vidas interconectadas en su inefable esencia con la Vida Toda, con DIOS y Su Reino, con el Tao siempre fluyente sin esfuerzo, con el Nirvana totalmente vacío de ego, con el Absoluto sin opuesto que el tiempo y los sucesos contempla sin verse afectado por el giro volátil de los eones, con la Vivencial Bienaventuranza de Ser Eternamente en Divina Unicidad.

KHAAM-EL



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