ESPERANZA VIVA

     Nunca habrá garantía de plenitud en los ofrecimientos del mundo, ni tampoco los dominios y logros temporales calmarán el temor interno del declive de lo externo. Por eso, con ellos, nunca serán posibles la paz ni la esperanza, mientras que en la aceptación de la Palabra del Espíritu (ese mensaje práctico que nos vacía de ilusiones y vanidades), por la liviandad de su no apego y de su desprendimiento del yo para encontrarnos indistintos del prójimo en una relación libre, dignificante y fraterna, la esperanza no sólo se mantiene firme sino que, dejando de ser un mero concepto, es fuente viva de certidumbre, dicha y paz presentes que auguran, gracias a atisbos y vivencias sutiles e indiscutibles, un encuentro inefable con lo intemporal, con DIOS VIVO, aun en el tiempo y sus decrepitudes.

KHAAM-EL