Reconocer un error nos acerca a su solución... Abandonemos los rutilantes itinerarios que el mundano enjuiciar del mundo traza como óptimos o deseables y que, finalmente, por su sobrevaloración de lo pasajero, siempre acarrean frustración y abatimiento. Adentrémonos en el Camino de los caminos; avancemos por el Sendero en el que a la postre convergen todos los senderos; sigamos, merced a la introspección y la meditación honesta, constante e intensa, la Ruta Interior que conduce allende todo límite, allende la dolorosa identificación con un cuerpo que nace, se deteriora y perece.
No nos amilanemos por lo arduo del empeño. Con constancia, el deshacimiento del error que el ego elaboraba no es sólo posible sino inevitable. Seamos, por tanto, pisada presente, mano tendida, mirada limpia, oración solícita de oído atento, y voz clara y valiente que sin titubeos expresa -con ardor y vigor- esperanza y júbilo de inmanente trascendencia. Sí, amig@, perseveremos en el tiempo sin importarnos el tiempo; únicamente vigilantes de lo mollar, de lo sustancial, de lo incuestionable, de lo vivencial y sin conceptualizaciones. Todo es ahora. Nada es antes ni después. Por tanto, que cada instante de nuestro vivir sea nuevo, libre de prejuicios o expectativas, humilde, pronto para la gratitud, tardo para la queja y generoso en compartir bendiciones que trascienden el implacable y desgastador paso del tiempo con la jovial sencillez de lo por siempre joven: el Espíritu en comunión de vida.
KHAAM-EL
No hay comentarios:
Publicar un comentario