viernes, 21 de agosto de 2015

CANTO DE GRATITUD Y AMOR

¡Aleluya!
Me congratulo de tu fe viva en medio de las vicisitudes,
de tu sereno peregrinar entre espinos y yermos,
de tu aplomo para aplacar inesperadas tormentas,
de tu tenderle compasivamente la mano al prójimo
como el igual que de cierto es,
de tu caminar por encima de las turbulentas aguas del mundo
con la confianza en el sostén divino,
de tu júbilo disipador de penas,
de tu paciencia constante en medio de ingratitudes y desprecios,
de la generosa entrega de tu corazón a todo aquel que lo solicita
sin temor a que te lo rompa,
de tu anhelo por caminar hasta la Verdad y la Vida,
de tu determinación a permanecer en paz y ser feliz suceda lo que suceda.


¡Sí! ¡Gracias! ¡Sí!
Me felicito por ser uno contigo en esencia y en verdad
bendito hermano en Dios.
Entono un canto de gratitud por la luz que en ti brilla cuando confías
y compartes las bendiciones del Amor...
no hay tiniebla que pueda ocultarla ni murallas que puedan retenerla.
¡Aleluya!
Canto a tu bondad esencial y a tu libertad...
vuela, vuela... no mires atrás... nada puede atarte... vuela... vuela...
el Cielo no tiene fin, y... a Él perteneces...
asciende allende las rutinarias formas de pensamiento...
la apertura de la mente es fuego consumidor de lastres e inmundicias,
resplandor en la noche de la carne,
perfume de vida que diluye hedores de enfermedad y muerte.


¡Sí! ¡Gracias! ¡Sí!
Me regocijo por ser de la misma naturaleza que tú
bienaventurado hermano en Dios.
Entono un canto de gratitud por la luz que en ti brilla cuando confías
y la extiendes, toda, sin rubor, con humilde dedicación y certeza...
sabiendo que no existe situación que pueda difuminarla ni mitigarla.
¡Aleluya!
Canto a tu pureza original y a tu plenitud...
fluye, fluye... no hay vuelta atrás... nada puede detenerte... fluye... fluye...
El manantial de Agua de Vida es eterno, y... en Él discurres...
Viértete allende las infructuosas y secas maneras de pensar...
el sereno flujo del Alma es riego que fertiliza y abunda el corazón,
flotabilidad en la pesadez de la carne,
dulce fragancia de eternidad que desvanece fúnebres purulencias.

¡Sí! ¡Gracias! ¡Sí!
¡Aleluya!
Me alegra el corazón ser, por siempre, uno contigo en el Amor de Dios.

KHAAM-EL



Entonemos juntos un canto lleno de gratitud y Amor...
y retornemos cual uno solo a la plenitud de Dios.



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