La vida impulsora de la carne a su vez la supera y desborda. Esa vida imperecedera, no sujeta sólo a la carne, es tu ser, mi ser, el ser de todos... nuestro verdadero Ser en infinita comunión de Amor.
Amar de veras, por tanto, es relacionarse de perenne vida a perenne vida, de ser a ser, de plenitud a plenitud, con honesta y fraterna trasparencia liberadora; nunca únicamente de cuerpo a cuerpo, de fingimiento a fingimiento, de competitividad a competitividad, ni con un opaco y escondido afán de utilidad personal.
El mundo empuja, sacude y decepciona para que rindamos el ego y despertemos al auténtico amor, con el que sin tibiezas que valgan ayudar al prójimo a despertar conjuntamente según reconocemos y asumimos lo esencial en lo aparente.
Sí y sí, la ayuda más valiosa es hacia un 'nos universal', no para un 'tú especial' respecto a un 'mí más especial aún'. Por eso, querer especialmente lo corporal/temporario -incluso con 'buenas intenciones'- por encima de lo espiritual/eterno no es amor, sino egoísta temor enmascarado tras justificaciones de supuesta practicidad que, buscando sosiego, alegría y seguridad, desasosiegan, afligen y acrecen la sensación de peligro y separación que pretendía subsanarse mediante esos falaces caducos quereres especiales.
KHAAM-EL
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