Desantendamos el fragor de los pensamientos que nublan con la espesura de lo suspicaz, hipotético u obsesivo el aquí y ahora, y quedémonos en paz, pues quien se pierde en sus lucubraciones, remembranzas y planificaciones, al vivir desconectado del presente, se ausenta y escinde tanto de su propia vida como de la de los demás; viviendo una ilusión, un ensueño, una fantasmagórica ficción en la que cree fatalmente que aquello que no es sí es, e intentando inútilmente hallar veracidad y sosiego donde sólo combaten agitadas relatividades y revolotean falaces naderías semejando gravedad e importancia.
KHAAM-EL
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