miércoles, 26 de marzo de 2025

LA PALABRA DEL ESPÍRITU ES EL CIMIENTO SOBRE EL QUE DESCANSA NUESTRA PLENITUD

 

    Cristo nos propone una manera de vivir que el mundo no entiende, que el mundo rechaza, que el mundo desprecia e incluso odia, porque el mundo se quiere e idolatra a sí mismo, apartando, desdeñando y olvidando al Creador de todas las vidas y de todos los mundos, circunscribiendo la vida temporal/personal como el eje central a satisfacer, descuidando y aun perjudicando el bien general. O bien somos salvos en la relación con el prójimo o en ella nos perdemos. Mas, no son los lazos y fundamentos de la carne los vínculos realmente sagrados y salvíficos, sino los del Espíritu ("¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?. Y, extendiendo su mano hacia sus discípulos, (Jesús) dijo: -Éstos son mi madre y mis hermanos, pues todo el que cumpla la voluntad de mi Padre de los cielos, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre." Mateo 12, 48-50).    
    Al igual que la bóveda celeste es apoyo para el despliegue de la vida en el mundo, con el caluroso fulgor del sol de día y la frescura de las estrellas y la luna de noche junto al anual ciclo estacional, el Espiritual Reino de los Cielos y no el caduco logro material es la roca sobre la que se edifica la plenitud del alma (casa, corazón, tesoro, luz de los hombres) cuando escoge a la Verdad sobre las mentiras, la Paz de DIOS VIVO sobre las estratégicas treguas sociales y al Amor por encima de los calculadores intereses egoístas; y en la que, leal y confiada esperanzada persevera firmemente aposentada en Su solidez. Entonces, los embates de las adversidades e inquinas hostiles que lo mundano recurrentemente trae milagrosamente no la quiebran ni derrumban; al contrario, las lágrimas son consoladas, los ataques detenidos antes de que lo más sagrado hieran y todo obstáculo por Su gracia sorteado, quedando la Senda Bendita que conduce de lo mortal a lo eterno, de lo banal a lo esencial, de lo aparente a lo real, del ego al Hijo de DIOS más y más clara, más y más brillante, y más y más irrevocable -si cabe- la decisión de culminarla atravesando desiertos, escalando escarpaduras, enfrentando huracanes, soportando torrenciales aguaceros y, alentando a todo prójimo que quiera salir del faraónico imperio de lo mundano anhelando de corazón ir en dirección a la Tierra Prometida (el Reino de los Cielos), a compartir con él el pan y el vino junto a la Palabra de DIOS VIVO; pues, como nos recordó el Maestro de maestros, Jesús de Nazaret, "no sólo de pan vive el hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de DIOS" (Mateo 4, 4).

KHAAM-EL


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