La Palabra Santa del Verbo Creador (DIOS VIVO actuando) palpita en un eterno presente de bienaventurada comunión. Sagrado ritmo que acompasa las horas entrelazando los aconteceres dentro de una sinfonía de plenitud vivificadora que con inconcebible generosidad de entre los muertos a la fraccionada humanidad -cual una sola- pastorea y resucita, si en silente, honrada y humilde disposición cada cual en Ella confía y todo egoísta interés ofrenda. Atender al presente sin las injerencias de una mente atribulada es, por tanto, primordial, puesto que la Palabra Santa no puede ser pronunciada y obrada (vivirse en plenitud) si antes no ha sido escuchada e incorporada en lo más hondo de sí.
Atendamos, conozcamos y sigamos sólo lo veraz. Los hombres -por alta que sea su posición, benévola la intención o grande el intelecto- yerran; DIOS VIVO, nunca. El ego engaña, el Espíritu jamás. Pretender incorporar a la unicidad del Espíritu lo que niega la plenitud de Éste es confrontación, resentimiento e injusticia (ego) arteramente travestidos como armonía, hermandad y justicia. Quien esto vislumbre y comprenda, libre del engaño diabólico queda. Y ahora, en un aquí sin prejuicios, la seductora palabrería vana que lo personal encumbraba es totalmente desestimada; pudiendo, así, oírse de nuevo en lo hondo de un corazón agradecido la Voz que acalla todas las mundanas voces y que providente conduce entre atemorizantes peligros, lobunas malicias y embaucadoras seducciones a la gloria de la Eterna Vida Verdadera del Espíritu, al indestructible Reino de los Cielos que trasciende todos los temporarios y mundanales regímenes, a la paz y a la dicha allende todo humano entendimiento, a la perfecta y amorosísima unicidad en DIOS VIVO.
KHAAM-EL
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