Consternado y quebrantado por el mundo
anhela el corazón humano sosiego y amparo.
Y es en el abandono de sí, en la confianza en la Divina Providencia,
en la sutil intuición de seguir a lo sagrado y eterno dándose del todo
por encima de lo mundano, tangible y caduco
donde una calma y un cuidado inefables se manifiestan allende las dudas
en un amoroso y rítmico flujo, que sabio encauza el trajín de días y noches.
El milagro de la hipostática vivencia que todo lo abraza, sublima y santifica
-cual celestial lumbre- brilla inapagable desde el trasparente fondo infinito
que a cualesquier humana pesadumbre y mezquindad abura
hasta desvanecerlas convertidas en humo, cenizas y olvido.
No hay dos en la plenitud, sino espiritual y bendita comunión...
hay paz, dicha, inenarrable bendición y gloria...
eternamente DIOS VIVO en nos, con nos y para nos.
KHAAM-EL
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