La gracia de la Divina Providencia, sincrónica y milagrosa, riega de bendiciones eternas al alma sedienta de Verdad, Amor y Plenitud; a esa alma sedienta hasta los tuétanos por llenarse de DIOS VIVO (Fuente Inagotable de todas las fuentes y Vida Perenne de todas las vidas). Mas, si uno se empeña en regarse a sí mismo con la reseca arena de los desconfiados y quejumbrosos pensamientos egoicos que atan al mundo y a sus embaucadoras y superfluas controversias con mil y un cuentos de noches y días engarzados entre sí con irreflexivas problemáticas victimistas, reducidas perspectivas ciegamente litigantes, argumentos altaneramente desagradecidos o estrategias maliciosamente tramposas, no puede apreciar ni recibir la salvífica y germinadora dimensión de tan benéfico y gratuito riego Divino, que produce con total seguridad por Su Santo derramamiento a quien lo demanda sincero, acoge humilde y decide compartirlo sin temor, el bienaventurado fruto de la inefable e incontrovertible vivencia del Espíritu sobre toda carne (siempre en su tiempo exacto, ni antes ni después de lo de cierto oportuno) para que sobreabunde lo Justo, Eterno y Bueno, aquello que es mejor para todos cual uno solo y no únicamente para uno o algunos en exclusiva en este mundano lapso temporal y que, con vanidosa torpeza atesorada como habilidad, en cuanto se intenta prolongar para sí ante a los demás y frente a lo demás acarrea yerma e ineludible frustración.
KHAAM-EL
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