Dejemos de inventar mundos de confrontación, resentimiento y ego. Regresemos al origen de todos los orígenes y veamos, a la Luz de la Divina Unicidad de DIOS VIVO, la Verdad del Espíritu que a todo tiempo y a toda carne sustancia en comunión y plenitud de Amor sin fin.
Sí, amigo/a, hay una manera pura de ver el mundo que lo libera y nos libera de sus dolorosas pulsiones. No olvidemos ese hondón infinito del que proviene el cálido, sosegado y poderoso fulgor sagrado que ilumina la fría, agitada y frágil blancura de nuestros huesos. O la frágil frialdad desasosegada, meramente temporaria y carnal se entronizará en reino ajeno, dando como resultas la dolorosa y letal percepción de malvivir desavenidos de DIOS VIVO y de Su Eterna Unicidad Santa.
KHAAM-EL
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