Ver o no ver de veras he ahí la raíz de la plenitud o de la falta de ella. Del horno candente no sale hielo por más que se desee ni se hacen pasteles con excrementos. Temer u odiar y no amar de lo resentido viene y lo resentido acrece, más nunca satisfacción completa o genuino bien puede otorgar.
Esperar benignos resultados diferentes sin cambiar uno mismo en lo sustancial es tarea infructuosa e incluso contraproducente, derivada de un razonamiento perverso sino directamente estúpido o -summum diabólico- de la terrible conjunción de ambos en una ufana ceguera convencida de ver con claridad según siembra confusión por donde campa.
Mira. Miro. Miremos a una. Humildes. Honestos. Confiados. La Verdad es paz, perfecta paz y bendición, porque nada ha existido ni existirá que trastoque ni rasgue su íntegra pureza. Ver con ella, por tanto, es ser salvo de todo mal y de toda muerte; sin embargo, ver sin ella (ego) a la trampa de lo mortal sentencia. Por eso nunca habrá paz mental o inefable gozo del corazón en lo competitivo, ni felicidad duradera en lo transitorio.
Admirar el Espíritu antes que la carne y valorar el Amor por sobre cualquier 'humana justicia' (que no es sino una mal disimulada forma de venganza) alza el alma humana de lo mortal a lo inmortal, del separativo miedo a la bienaventurada comunión, de lo engañoso a lo auténtico, de lo separado a lo indiviso, del tiempo a la eternidad, del ciego y peleón ego a la pacífica conVisión en DIOS VIVO.
KHAAM-EL
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