Nunca hay espera ni desespero en el presente cuando se está presente (paz) y, más allá de la sensoria percepción (Consciencia Pura), se atisba y comprende que el tiempo es pensamiento discursivo (ego) percibido ilusoriamente afuera (cuerpos aparte). Toda espera y desespero provienen del deseante y ávido ego perseguidor insensato de lo que no hay ni perdura (impermanentes objetos y efímeras relaciones especiales) mientras insiste terca, absurda y ciegamente en validar su inválida consistencia y fiabilidad (ensueño de vida, pesadilla de muerte).
Por lo antedicho es fundamental tomar conciencia de la indivisibilidad de la Consciencia Pura (Amor) para vislumbrar la alborada del atemporal despertar a la Luz de la Verdad encontrando justo aquí, precisamente ahora, el Amor (fundente infinito de las almas) que con naturalidad todo lo ensoñado espabila, comulga y reconduce si se le acoge en todos y en todo, y que muestra sin ambages cómo el Espíritu es la auténtica Vida, eterna, sagrada, sin adentros ni afueras que ciertamente existan y nos aíslen, con consistente Esencia vacía de impermanencias, Pura Vida en en Plenitud... DIOS VIVO inmanente y trascendente en todos y en todo.
KHAAM-EL
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