jueves, 13 de febrero de 2025

LA VERDAD ES PURA LUZ, ETERNA, AMOROSA Y REBOSANTE DE PROFUNDA PAZ


    La magia que pretende ser milagrosa o verdadera, viene de lo humano y en lo humano acaba, viene del mundo y en el mundo queda, viene del ego y al ego perpetua; no transciende su propio limite, ni -más allá de una temporaria catarsis- llega a transformar duraderamente a los individuos que idolátricamente la reverencian. Porque no hay truco de magia, por espectacular y sorprendente que sea su efecto, que pueda llegar a validar como real y verdadera a su prestidigitadora e imaginaria causa; sólo se trata de un engaño a la vista, de una percepción equívoca y registrada a medias (por lo tanto falsa e ilusoria), de una teatralidad sugestionadora representada por un breve tiempo en el escenario que no se sustenta en lo real y que logra su vistosidad mediante una trabajada habilidad personal, penumbras bien dirigidas que engañan a la vista y una palabrería distractora eficientemente empleada que -focalizando la atención en el mago- distrae calculadamente de lo mollar.
    El milagro sin embargo viene del Amor, de lo Eterno y Espiritual, de DIOS VIVO, no de lo humano ni mundano; y al ser de Aquél Su causa -y no del ego- el efecto plenificador, pacificador de todo conflicto e ira, aclarador de toda duda, liberador de la sujeción a la ley de la carne y de la muerte perdura en el tiempo y más allá de él, no precisando de ninguna trabajada habilidad especial. Pues es generosamente regalado para el Bien de todos siempre, tras rendir humilde y sinceramente uno el ego confiando, resuelto, en la Providencia Divina. Porque DIOS ve ahí donde ningún ojo humano llega. No conoce sombra, conflicto ni hay obstáculo que lo pueda detener. Y esa Perenne y Divina Luz que ve de veras y no tropieza es interior, no la engañosa exterior que fluctúa y a veces se apaga, por lo que no necesita luchar contra ningún mágico engaño o consistente "enemigo" (los atraviesa, desvanece y vence totalmente en un instante santo)... Ahora, en Ella (en la Santa y Amorosa Luz) los ciegos ven y los cojos andan; no hay mundo que les retenga, miedo que los paralice o egoica culpa -ni vengativa furia- que los castigue inclemente, descubriendo felices y en paz las puertas celestiales abiertas.
    Sencillamente, hermano/a en la Luz, reconociendo -como nos advierte sabiamente la lección 44 de 'Un Curso de Milagros'- que sólo "Dios es la Luz en la que veo" uno puede trascender el infernal, ciego y separativo truco mundanal/temporario y vivenciar nuevamente la real, bienaventurada y siempre luminosa comunión espiritual/eterna.

KHAAM-EL


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