viernes, 18 de marzo de 2016

ACEPTACIÓN ECUÁNIME ES CONFIANZA EN LO INMEDIATO

"La vida es eterna
y el amor es inmortal
y la muerte es solo un horizonte
y un horizonte es nada,
solo el límite de nuestra vista".
                                                    Rossiter W. Raymond 


  Aparentar es un doloroso fingir ser aquello que no se es. Reír lágrimas o aplaudir aburrimientos esconde tras trabajadas máscaras un insidioso sufrimiento. Tapar ante los demás y ante sí mismo lo que ha de ser sanado como si ya lo estuviese es un acto estúpido, porque la hipocresía sólo obtiene reconocimiento en su superficial límite de horizonte inasible que nada real puede dar. Las lágrimas jamás brotan en los ojos quietos de los muertos; más, tampoco esbozan ninguna sonrisa, ni tan siquiera tímida, pues siempre muestran el estático rictus anodino del que se resiste hasta de sí mismo. Caminar hacia un futuro imaginario es perecer una y otra vez en el empeño, ya que parte de un pasado tan imaginario como el provenir ambicionado. Más, el caminante que, con aceptación y confianza, abraza todo lo contemplado en el camino sin nostalgia por lo que queda atrás y sin ansia ante lo que aparece delante; y que con calmo paso se dirige más allá de lo que la vista le ofrece, al corazón del alma, encuentra lo inorillado e indescriptible con prontitud, al no dejarse seducir por los sentidos perceptivos que tan sólo atienden a transitorios límites carentes de genuino fundamento. Y, así, se vive en este mundo como en un bello y sobrecogedor amanecer de la eternidad. El reloj no mide nada en particular sin un medidor particular, tal como un metro no delimita ninguna distancia específica sin un delimitador específico... sin un perceptor el tiempo y el espacio no son. Nada es lo que parece. Todo lo percibido es ensueño. Acepta humildemente que un yo personal nunca es el verdadero ser y, milagrosamente, todo suceso considerado como externo será evidenciado como algo que no está realmente ocurriendo allá afuera, sino que se despliega en la mente como una idea en desarrollo. 

    No te dejes abatir por el temor o la duda. Confía y mantente sereno en medio de la tribulación... en lo nucleico, en lo sustancial, nada está variando; aunque superficialmente así se experimente. Despreocúpate en la dicha del instante inmediato. Ama. No divagues con posibilidades y acepta sin titubeos los embates del mundo. Todo pasa en su venir. Mantente ecuánime para no desviarte hacia el sufrimiento y la miseria del alma. Pausada, densa e inflexiblemente las horas pierden significado cuando son vástagos de la ira, la codicia o el orgullo, del prejuicio, la vergüenza, la desidia o el dogmatismo. Fijar la mirada en las cosas del mundo, y sus perfiles de visual y táctil límite, es un lastre un inmenso lastre, que al final precipita al descuidado hasta el fondo del más hondo y oscuro abismo.

   Acepta que la vida corporal se nos escapa a cada instante, como la forma fugaz que nos ofrecen las nubes... y la memoria, esa frágil secuencia que forja la idealizada identidad personal, no es más que un ancla lanzada al viento pretendiendo vanamente detener el paso del tiempo, al ignorar que la muerte tan sólo atrapa a todo aquello que se detiene. Medita y conoce que lo eterno siempre se renueva en el presente... mostrando su ilimitada quietud inclusiva de todo movimiento. La Vida no tiene fin en su informe infinitud que, caudalosa, despreocupada y plena, se derrama por doquier en la comunión esencial del espíritu. Acepta y confía en lo inmediato. No te apresures con juicios emitidos por los volátiles recuerdos e indaga en lo esencial, ahora... ¡Vive! Vive sin miedo... las mentes comulgan en una Mente allende todo pensamiento limitante u horizontado. Nunca tendrá significado la angustia que el miedo fabrica con su demente e ingrato juicio, ni su ansia febril por conquistar seguridad en lo evanescente estará jamás justificada.

   Permanece en este instante contemplando más allá de los perfiles que delimitan tu personal ámbito y mira a las miradas, al brillo íntimo de la luz del alma que en lo profundo irradia... Y, la paz, esa jubilosa e insondable paz interior de ilimitada extensión envolverá lo infinito del ser. La plenitud se experimenta cuando uno deja de soñar con querer ser especial frente a lo considerado como otro u otros, y comienza a vivir resueltamente agradecido, sabiéndose bendecido por todo aquello que llega a su vida; al mismo tiempo que, sabe y, consecuentemente, está preparado para perderlo todo en un instante sin ningún tipo de resistencia. La aceptación ecuánime del transcurrir de los horizontes, permaneciendo presente al ahora eterno, es confianza en lo inmediato y devuelve la cordura al alma soñadora de universos separados y principios cargados de finales.  Lo diverso se funde en lo Indiviso. El espíritu olvida el olvido de la carne. Lo aparente deja de imaginarse real. Fin de fines... herida sanada... error subsanado... pecado perdonado... prisionero salvado... oscuridad imposible en la luz presente. Vida inmortal. Unicidad... Amor de Dios. ¡Aleluya!

KHAAM-EL




Arde confiado y sereno en la llama de Amor Viva que el presente siempre ofrece.

No hay comentarios:

Publicar un comentario