Bajo este preámbulo, adjunto el audio de la sesión del pasado 15 de febrero, en la que ahondo en lo afortunados que somos cuando perdonamos en el Amor Dios y no de forma personal, que no es auténtico perdón. Si te sientes afortunado en toda circunstancia, suceda lo que suceda, sabiendo que el Amor de Dios te acompaña siempre y, sin esperar nada particular del mundo, te pones a Su servicio podrás traerle a tu prójimo, con la profunda dicha del alma, las buenas nuevas del Amor de Dios y Su plenitud.
En el mundo todo se desarrolla, alcanza un cenit, declina y perece; pero tú, oh afortunado, esencialmente en Dios permaneces en la verdadera vida y ves en tu prójimo la misma esencia que nos hace uno en Él, al no transigir con ilusiones e historias de pequeñez del cuerpo.
Recordamos como la lección 46 de Un Curso de Milagros nos dice Dios es el Amor en el que perdono. Y en ello hallamos propósito indiviso de consumación, porque Dios nunca ha condenado. El fin de las ilusiones sucede, pues, en el perdón. La incomunicación con Dios se va debilitando hasta desaparecer, según ahondamos en el entrenamiento de la confianza mientras aplicamos Su enseñanza de entrega para el deshacimiento del miedo y la duda. La Voz de Dios, a veces, parece estar silenciosa para que atravesemos las incertidumbres con fe; mantente atento y, con humildad, haz lo que debes y no lo que deseas... tras un instante de intensa resistencia, sigue los dictados del Amor... de inmediato, Él, con infinita dulzura y claridad, nos responde con un bendito seas por acallar la sordera con tu fe; pues, confiando en el Amor de Dios, aún en la aparente aridez, nada puede ir mal. ¡Bendiciones! Sólo hay bendiciones.
Confía y persevera en el Amor de Dios; pues, en su expresión viva, encontramos siempre el perdón que nos encamina al Cielo. Regocíjate en Dios... sí, te irá bien... somos muy afortunados... ten fe y aplica el perdón en lo cotidiano... la salvación está garantizada.
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