lunes, 18 de abril de 2016

NI ANTES NI DESPUÉS +

   Lo pretérito se desdibuja en la mente como las nubes en el cielo; por lo tanto ir en pos de un mañana al gusto personal es idiota, al no estar en nuestras manos el viento que nos perfila, mueve, y disipa. No imagines futuros. Actúa y vive siempre presente... todo irá bien. Adherirse a lo pasajero nubla el entendimiento y fomenta discordias. Pretender triunfar sobre el común es el fracaso más común, pues no hay verdadera paz en la gloria del mundo; porque aquello por lo que compiten los humanos es un interminable e implacable guerrear por posiciones cambiantes.

   No persigas lo que se desvanece dándole un exclusivo valor para ti. No hipoteques tu alma por ostentosos logros pasajeros, conquistas llamativas, o destacadas apariencias breves. No tengas celos de las nubes, es sufrimiento gratuito e innecesario. Confía en el ámbito ilimitado en el que sucede el viento, y no te pelees con él. Intentar controlar lo incontrolable es el auténtico descontrol. Medita. Ora. Ahonda. No busques tu dicha en lo codiciado por el mundo o, en cualquier momento, te será arrebatado por él; antes bien, que tu tesoro más preciado sea la paz de tu alma y el contento presente... el resto irá y vendrá, pero lo esencial permanecerá constante hasta el último de tus días en este mundo; pues el viento que mueve las nubes no tiene poder sobre el cielo que lo contiene. Ten fe. El tiempo junto a sus personajes (egos) es nada para la eternidad (Divina Unicidad). Profundiza en tu alma y halla a la Divina Unicidad en ella. Tu ser no es un ego; el ser de tu prójimo tampoco. ¡Claridad! A partir de entonces -ni antes ni después-, una vez tu entrega a la Divina Unicidad sea total, actuarás preciso en el presente para extender compasivamente el recuerdo de lo sustancial, infinito y puro; dando de comer al hambriento y al sediento, abrigando al sin manto, sanando al enfermo, alegrando al triste, cobijando al sin techo, más sin olvidar trasmitirles siempre, con robusta fe, quienes son en esencia.

   Ayer no es; mañana, tampoco. Antes es ilusorio, después también. Estate ecuánime en el paso de los días, y vivirás lo que no conoce término. Lo que varía no es más que apariencia, nunca realidad. No te compliques buscando sencillez; sencillamente no la busques más allá del instante inmediato (el camino de en medio), sin cargas pasadas ni expectativas venideras comparte con tu prójimo la libertad de no proyectar en él tus demandas temerosas, desiderativas o ansiosas. Acepta y comparte de corazón, no reteniendo celosamente lo que ha de partir. Sábete bendecido y bendice por doquier. Estate sin estar y haz sin hacer. Hoy es siempre... la paz es ahora en la mente. Comprende, con lucidez, que quien está sin buscar preeminencia ni éxito personal hace, sin queja ni disgusto, precisamente aquello que debe para la libertad y el bien de la totalidad de la que, en esencia, se sabe indiviso. Nunca ha habido ni habrá nada personal por mucho que el temporáneo sueño de lo divisor quiera hacer creer posible lo imposible. Así es, permite que aquello que has de realizar para el bien de todos se haga sin pretensiones, de manera natural, y habrás encontrado lo que siempre está presente... el Amor.

   Evidente: revestirse de lo mudable, en su locura, siempre deja desvalido; mientas que desprenderse de lo transitorio, en su cordura, refulge en la plenitud de lo eterno. Haz al instante, aquí, lo correcto. No busques en las brumas o te perderás en el tiempo y sus sombras... permanece en la luz y serás salvo, ahora, aquí... en el Amor siempre presente en esencia y en verdad.
 
   Es lo que Es... exactamente ya... ni antes ni después... simple.

KHAAM-EL



Ni antes ni después... 
el ahora en su indivisibilidad es puerta al amanecer de la Consciencia.
Sigue le flujo de la melodía permaneciendo presente, en paz, feliz, confiado; 
y lo inorillado se abrirá en lo íntimo para mostrarte lo eterno... sencillo.







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