jueves, 7 de abril de 2016

Y NUNCA MÁS LA CRUZ

   Ningún logro en el tiempo se sostiene indefinidamente, porque la horizontalidad de la experiencia del deseo se olvida de la verticalidad del instante presente sacrificándose por nimiedades tomadas por importantes. Absurdo es el vivir para morir, pues sólo conlleva un estúpido frenesí por acumular -ya sean cosas, relaciones, riquezas o importancia personal- para en última instancia perderlas tras perderse uno mismo.

   Deja de buscar la dicha en las calles, en las sábanas, en los castillos o en las catedrales, en las alianzas, en las cuentas o las medicinas, en los guateques, en la playa o en la montaña, en la familia, en el trabajo, en la belleza o en lo oculto. No te quedes dando tumbos en las encrucijadas. No corones con espinos al alma pura. No hieras a la inocencia por un poco de tiempo a tu manera, o serás tú mismo quien sufra las consecuencias. Sal de la muerte, ahora. Todos los nombres humanos conforman un largo obituario. Querer destacar en él es vano e insensato. Limitarse a pelear por un lugar de pasajera hechura es crucificarse a uno mismo profanando la paz de los demás con la angustia propia. Haz las paces contigo mismo dejando en paz a tu prójimo. Si tu semejante te pide ayuda dásela y si es feliz déjalo tranquilo y alégrate en su alegría. Ahonda en el amor soltando la pretenciosidad generadora de rencores. No te compares ni compares a nada ni a nadie... permanece en calma interior y lo incomparable dará sentido a tu vivir. El amor verdadero no enlaza ni reprocha, antes bien libera y confía. No pretende sacar un beneficio particular de la relación; por lo que, sencillamente, hace aquello que debe por el bien de todos en el presente. Unirse nada tiene que ver con depender, sino con comulgar en un propósito común. Ayudar es dar alas. Bendecir atraviesa malicias y apariencias para traer luz a lo que parecía oscuro e interesado.

   No te crucifiques a ti mismo más. Rompe las cadenas del deseo y del miedo con el coraje de poner toda tu fe en el amor. Da. Da. Da... Quien nada espera todo tiene; porque vive presente, porque ve aquello que la mirada temporal no ve en su ansia ciega, porque paladea el sabor de lo eterno calmando al instante su sed de vida, porque escucha lo inaudible y sabe. Por favor, atiende sólo a lo que el ahora revela y sálvate de la cruz salvando a los que creen que tiene utilidad. Comprende y proclama que el sufrimiento y el sacrificio por obtener éxitos mundanos es un calvario estéril. No mueras más por nada. No te crucifiques buscando un culpable a tu dolor. El miedo no sabe lo que hace. Confía. Sólo da suculento y benéfico fruto atravesar la cruz con el perdón. Despierta del influjo de lo temporal. ¡Pasará! ¡Todo pasara! Excepto el ahora consciente y pleno. Abre tu mirada desde el alma y, aun sin ojos, verás como jamás antes. Desecha las ilusiones y entra en la luz. No te adhieras al frenesí de tu prójimo somnoliento y sálvalo salvándote. Quítate los clavos quitándoselos... él no está separado de ti. Nunca lo ha estado ni lo estará. Dale el presente perfecto para que a su vez lo de. Regálale el regalo de que él es un regalo para todo junto con todos, y nunca más las cadenas, y nunca más la cruz. El Milagro al que conducen todos los milagros es sencillo, simple y poderoso: Regalarse sin tibiezas... Regalarse con fe... Regalarse plenamente... y ser feliz y estar en paz y vivir sin fin y amar en verdad plenamente y, de inmediato, Dios.

KHAAM-EL



No te crucifiques buscando un culpable a tu dolor y resucitarás en el Amor de Dios.

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