lunes, 25 de abril de 2016

VIVE EN EL MILAGRO DE LA FE +

   Los instantes vividos con consciencia iluminan la vida. Ver al prójimo más allá de lo pasajero y circunstancial; no sumándole faltas, sino restándole toda acusación emitida de forma personal, nos abre insospechados ámbitos internos que multiplican e intensifican la vivencia de comunión con todo aquello que antes se nos mostraba, a bote pronto, incómodo y dividido. Ofrecer todas las lágrimas por un instante de verdadero perdón trae, de manera natural, la plegaria que ante la adversidad nos facilita abandonar el miedo; y confiar... entonces, el alma comienza a ver de veras, a oír en profundidad, a bendecir en vez de maldecir. Todo en la vida es un milagro de Amor, una oración contestada, si ésta se contempla con la amplitud de miras que nos ofrece la fe... Un arco iris tras una llovizna. Una anónima sonrisa en el momento exacto. El jubiloso tañer de las campanas un día de fiesta mientras una paloma se posa en las coloridas plantas del balcón de nuestro hogar, dotando a ese instante, con magistral precisión, de una pacífica belleza sin igual. El aroma a café recién hecho. El sabor de un postre cocinado con dedicación y esmero. La distendida conversación con unos amigos en la terraza de un bar tras una jornada difícil. Una fragancia sutil a jazmín que de improviso evoca la inmensa dicha de las vacaciones de la infancia. El brillo del sol que entra por la ventana acompañado por el trino de los pájaros trayéndonos esperanza cuando íbamos a romper a llorar de desesperación y angustia. Una película que nos abre el corazón. Un regalo que nos dan inesperadamente. Los ocurrentes chistes malos junto a los sabios consejos de un amigo que nos devuelve la alegría en medio de la preocupación. Esa bella canción que suena sincrónicamente, en un guiño de la providencia, para sostenernos en la fe cuando parecía que la flaqueza asomaba en el ánimo. Un encuentro inesperado pero decisivo para resolver aquella complicada situación que tanto nos inquietaba. El rumor de las olas acompañando un silencioso paseo. Una respuesta sorpresiva que aclara, como por ensalmo, lo hasta entonces confuso. La lectura de un libro inspirado y alentador cuando parecía que la jornada se tornaba tediosa y solitaria. Una leve caricia en la mejilla que, al punto, nos reconforta de una aguda melancolía. Las carcajadas de unos niños jugando juntos. Unos versos de esperanza pintados en un vagón de metro después de un día turbulento. Esa donación espontánea, sin previo aviso, de la cantidad que se precisaba para poder ir a ver a un pariente que vive en la otra punta del planeta y que necesitaba la visita. La benigna brisa marina que repentinamente comienza a soplar durante un abrasador día de verano, un amanecer en la montaña... Recuerda: nunca has estado, ni estarás, solo. Dios está contigo donde quiera que te encuentres.

   Recupera la confianza de antaño, retorna a la inocencia del niño que vive el presente y no conoce el sabor amargo del rencor, centrando tu motivación en compartir y dar antes que en obtener o retener. Vives en el milagro. Todo es un milagro para ti y para todos. En lo cotidiano se te abren insólitas puertas al Cielo si no te distraes con tus quejas y recelos. Haz lo que debes con buena voluntad. Contémplalo todo con ojos limpios y felices. Sé un instrumento en manos de Dios para el bien y la alegría de todos. Quédate muy quedo, atento al interior de tu ser. Escucha a tu alma; no la silencies con tus desconfiados temores y tus absurdos deseos personales. Danza con la vida, traiga lo que traiga. Ahonda en lo sutil, en lo esencial, en lo indiviso e invisible, pero totalmente vivo. Encuentra a Dios en la fe, confiando sin reservas en Sus designios. Todo finalmente tiene un propósito. No te impacientes y déjate sorprender por la maravilla de lo santo, pleno e inefable. Dios Es; el resto pasará. Expresa sin miedo aquello que Él quiere que expreses para el retorno de todos al Amor y la eternidad. No hay situación, por imposible que se muestre, que Dios no resuelva con Sus milagros. Asiéntate en la fe. No malgastes tu tiempo con los resentimientos que, por su desconfianza y odio, todo lo ajan y malogran. Aprovecha el instante y vive en la oración y el perdón. Sí, persevera en la fe... te irá bien. Ofrécete a Dios sin condiciones y Él te colmará con creces. Fluye esperanzado, agradece de antemano, y sigue la corriente asombrosa de la bendición universal, que, incrustada como un diamante en medio de la adversidad, transmuta todo obstáculo en una espléndida oportunidad para encontrarte con Dios y Su plenitud salvífica.

KHAAM-EL




Quien es constante en la fe vive en el milagro de celebrar la luz que nos levanta de lo doloroso, oscuro y mortal.
Dios es Luz y Amor que nos bendice eternamente.
Su Corazón Santo te revelará la pureza de tu alma.

No hay comentarios:

Publicar un comentario