jueves, 25 de junio de 2020

BREVES REFLEXIONES A CONSIDERAR (y 40)


           1.
   La cuestión nunca ha sido entre ser o no ser sino entre ser o aparentar ser, entre la realidad y las ilusiones, jamás entre algo y la nada; sencillamente, porque la nada es un absurdo que la existencia imagina cuando piensa y cree que puede llegar a ser inexistente, y el algo es una hipótesis (que no realidad) surgida de la creencia en la separación de lo esencialmente indiviso.

           2.
   Un guiñol nada sabe de la mano que lo maneja desde dentro, al igual que un títere no sabe nada de quién maneja las cuerdas que lo mueven; de la misma manera, la limitada identidad egoica nada sabe de la inmensidad de consciencia que en ella hay y que, a su vez, la trasciende. Por eso, más que buscar respuestas desde el ego (el guiñol, muñeco o títere) para ese mismo ego, la actitud liberadora es no identificarse con él. Entonces, de manera sencilla y natural, se evidencia lo real, lo subyacente y -a un tiempo- trascendente que proyectó sobre una identidad ficticia (ego) una inverosímil suposición personalista tomada por real.

           3.
   Al igual que el mar se embravece y encrespa sólo en su superficie por el empuje de los vientos que su propia interacción con la atmósfera genera; la consciencia superficial (ego) se agita y angustia por el embate de sus propios pensamientos y creencias, mientras que la Consciencia en Sí (el Ser), aquello que en lo insondable Es, continua inafectado, pleno e inmutable en sus profundidades.


           4.
   Es imprescindible prescindir del apego a lo prescindible para vivenciar lo impresindible, la Infinitud del Ser.

           5.
   Considerar a la alegría personal, condicionada por el fluctuar de los acontecimientos -y que surge del limitado y limitante juicio egoico-, como la Dicha inacabable que proviene del Espíritu, es semejante a confundir el resplandor de una fogata con el poderoso brillo del sol o a tomar un pequeño charco por la mar océana.

           6.
    Vivamos siempre con consciencia consciente de lo esencial, libres de reproches y carentes de resentimientos, para así vivir llenos de Amor con los que nos rodean o se encuentran lejos, con los conocidos y los desconocidos, con ésta o ése; evoquemos el Amor compartido con aquellos que físicamente ya no están, pero que siguen eternamente vivos en el corazón, en el alma pura e indivisa. Entonces, milagrosa y bienaventuradamente, nosotros mismos somos ese Amor dado, todos somos ese Amor, todo es ese Amor de indescriptible plenitud que al darse se recibe multiplicado (así es como Dios Mismo se extiende en Su Creación). En los cuerpos y sus breves tiempos, unos parecen ganar y otros perder, unos parecen felices y otros tristes, unos parecen sanos y otros enfermos..., hasta que aquellos que parecían ganar, reír y estar sanos..., también pierden, lloran y enferman...; más, en el Amor que en todo subyace y todo trasciende nadie pierde, sufre, enferma o muere, pues en Él  somos plenitud, constatando que la vida es del Espíritu y no de la carne, es de la Eternidad y no del tiempo, es de la Dicha y no de la congoja, es de Dios y no del ego.

KHAM-EL



Sin ego, Lo Real.
Con el Corazón del Ser, 
la Vida Plena nos guía de lo ilusorio a lo Divino
("Cuando el alumno está preparado el Maestro aparece").
Todas las líneas (corrientes religiosas místicas) 
que de verdad se dirigen al Inefable
convergen en el Sublime Despertar a la Luz de la Divina Unicidad...
a la Luz del inapagable fulgor del Espíritu.



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