Cuanto antes se comprenda que la felicidad no depende en absoluto de los acontecimientos externos que nos sobrevienen (ordinarios, extraordinarios, favorables o adversos) sino de la actitud con la que todos ellos son encarados, antes esta felicidad genuina se establecerá de manera continuada y plena en nuestro vivir y convivir, ahora de una manera sana, respetuosa, universal e integradora. Y es, con justicia, esta respetuosa actitud de integradora, genuina, saludable y, por tanto, liberadora disposición, una actitud de no apego a lo meramente mundano, sino de afecto sincero a lo esencial, a lo que nos une más allá de lo que parece diferenciarnos por un tiempo en el tiempo, un no escuchar al miedo como consejero gracias a una inquebrantable confianza en la dirección de un presente inspirado por lo Divino, por la paz que se encuentra más allá de todo entendimiento; un bendecir la sencillez de ser y estar en la Presencia de lo Inefable, en la reUnión de lo Inseparable... Porque, sin injerencias egoicas, el Amor y la Verdad se revelan -en cualquier ubicación y momento situacional- como nuestra naturaleza inmortal; el resto viene por añadidura. Con esta honesta y humilde actitud de vida, se libera uno del sufrimiento que provenía de la identificación con lo deteriorable, perecedero y vano; encontrando lo indestructible del Espíritu, lo indistanciable de Amar... Ahora la felicidad es inevitable, al reConocernos inherentes al Ser de Dios; ahí donde tod@s, en esencia y plenitud, somos en Divina Unicidad e Ilimitud.
KHAAM-EL
La genuina y liberadora actitud de vida es una disposición natural a compartir la alegría y la plenitud mediante la fraterna comunión de lo puro y eterno, de lo que enjuga para siempre lágrimas y angustias desde lo hondo y bendito, desde lo que está más allá de este mundo y de las estrellas: en el Amor Infinito que eternamente nos alienta, hermana y sustenta.
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