martes, 23 de junio de 2020

REUNIÓN DE LO INDIVISIBLE: DESPERTAR AL AMOR

   Descuidarse de sabernos plenamente cuidados por el Amor de Dios es poner el cuidado en lo que no puede cuidarnos, al igual que buscar unión en lo divisor significa no encontrarla jamás. Despertar en sueños es no despertar de veras; porque un personaje de un sueño no es el soñador de ese mismo personaje que confunde consigo. Un sueño por mucho que parezca contener está hueco, sin consistencia ni auténtica valía. Vaciarse, pues, de vanidades es llenarse de lo indiviso, de lo consistente, de lo auténticamente valioso. Afirmar el personaje es rechazar lo sustancial; por eso negar a Dios es idolatrar al personaje fabricando mundos de dolorosa y absurda configuración transitoria. Ahonda y constata: temer al Amor es querer lo que no nos quiere y, consecuentemente, tampoco queremos. Simplifica. Lo más modesto suele estar preñado de significado, y, sin embargo, aquello que parece más llamativo suele carecer de verdadero fundamento. Los aplausos y la aparatosa ostentación terminan siendo igual de dolorosos que los abucheos y los olvidos. Buscar la gloria en el mundo trae siempre aflicción. No te vayas tras ostentosas baratijas que, en definitiva, no valen realmente nada. Goza del momento que vives por el simple hecho de ser, de vivenciar, de amar... Sé agradecido en el presente con la vida, aunque parezca que sólo te ha acarreado pesares, y experimentarás el milagro del perdón que te abrirá los ojos del alma... viendo un futuro lleno de luz que se hace presente siempre ahora y en el que nada podrá, realmente, dañarte... reconociendo un esplendente porvenir que se evidencia consumado por la inmediatez esencial de su bendición, aún a pesar de su aparentemente lento despliegue formal, gracias al trascendente poder de Dios subyacente en toda forma y en todo tiempo. 

  Sé reunión de plegarias y aleluyas en tu interior; todo se sincronizará para la manifestación de la Divina Unicidad. Ten fe. No tengas prisa y avanzarás seguro. Descansa en la firmeza de lo sutil... no temas... contempla cómo la Ilimitud (Dios) a ti afluye desde lo más hondo del corazón, desde lo más íntimo y sagrado, desde el núcleo de los núcleos de tu mente... Ella (la Ilimitud de Dios) te sostiene y te nutre, te guía de vuelta a tu Hogar celestial si no te engríes con vanos deseos personales (ego). Confía... nada te falta ni sobra para el encuentro interior con la infinitud del Ser. Aprende de la despreocupación de las flores, de las aves, de los bosques, de las espigas, y de los racimos; sólo se ocupan de dar belleza, frutos, sin tensión alguna. Sosiega tu mente, queda en paz, y verás como se disipa cualquier tiniebla que intentara ensombrecer tu ánimo. Ya no habrá más brumas que oculten la luz de tu alma... ¡Descubre tu ojo único! ¡El ojo del espíritu! Ábrelo y contémplalo todo con Amor. La oscuridad por mucho que lo intente, no podrá jamás con el brillo de la luz. Tu alma brilla; tu miedo, no. Lo liviano y espacioso envuelve a lo denso sin verse, ni por un solo instante, afectado por la perceptiva densidad. Tu alma es liviana y espaciosa; tu miedo, no. Por tanto, sin más demora o titubeo, abandona los consejos provenientes del miedo y reúnete con el prójimo en el indiviso Amor de Dios. Recuerda y aplica en todas las situaciones que parezcan sacarte de la paz mental, de la dicha de ser, o de la confianza presente: "No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó." (UCDM). Así que, dejando de querer mantener lo pasajero y divisor como valioso, lo eterno e indivisible se hará patente... ¡Bendiciones, amig@! Pacientemente camina hasta el final por la milagrosa senda del perdón. Que todo sea para ti un acicate con el que poder alzar el libre vuelo del espíritu que nos despierta al Amor Infinito de Dios.

KHAAM-EL



Despidiéndonos de lo separativo,
vivenciamos lo indivisible.
Volvamos, pues, a la sencillez de un presente sin expectativas,
a ese íntimo y común jardín del Edén
 que florece en la inocencia del Alma hermanada.
ReUniéndonos con el prójimo en el Amor de Dios
comulgamos con la hermosa despreocupación de la vida,
ocupándonos tan sólo de compartir belleza, gratitud, alegría y Amor.
Sí, volvamos a ser uno con Dios 
no significando diferencias de recelosa vanidad
y seremos, sin duda, libres en Espíritu y Verdad
despertando a la Divina Unicidad.



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