sábado, 27 de junio de 2020

RECONOCER Y ABANDONAR LOS YERROS, ILUMINA

   La oscuridad en la luz no es posible; la inconsciencia en la consciencia, tampoco; por tanto, el ego es una interpretación equivocada en la percepción, más nunca una realidad esencial del Ser. Ve en la dirección de lo evidente y lo superfluo dejará de considerarse importante. Entonces habrá de nuevo Consciencia de Luz, Espíritu, Vida y Plenitud. Sencillo: ahora es ahora y después o antes también es ahora siempre, porque lo que es considerado como un antes o un después a un hecho dado (incluido su olvido), ocurre ahora. Profundiza... Medita... Recapacita y comprende que es difícil lo fácil cuando lo difícil es considerado como lo fácil. Acostumbrarse al sufrimiento, el miedo, la desconfianza, la avidez y el resentimiento, y considerarlos como consustanciales a la vida humana, convierte en antinatural el natural y bienaventurado flujo de la consciencia pura. Rasgarse las vestiduras ante el mensaje de total perdón, de completa y definitiva salvación, que nos incluye a todos como iguales para el perfecto Amor de Dios, por ese inefable acto creativo que nos indivisa en Su Espíritu, es una actitud fatal e hipócrita que fomenta el sufrimiento en vez de su sanación. Recapacita y ve al meollo mismo de la consciencia; ve a su raíz y no te andes por las ramas o, en cualquier inesperado despiste, caerás. Ahonda, pues, en tu propia mente, no supongas ni opines a la ligera; nunca juzgues a nadie por las apariencias, y, de inmediato, te verás libre de las ilusiones que suponías realidades. Pacifica tu razonar y vuelve a la imparcialidad de un radiante presente exento de cargas pasadas que, penosa y tristemente, transportabas hacia un futuro que repetía el pasado. Deja de reincidir en lo mismo de siempre buscando diferencias y haz que ahora y aquí sea completamente diferente, simplemente haciendo que lo indiviso y santo desvanezca todo juicio u opinión. No seas un enemigo de ti mismo creyendo que hay afuera feroces enemigos de los que protegerse y desenmascara al enemigo egoico que te tentaba a identificarte con lo limitado, mortal y angustiado. Permite que el mundo te parta el corazón y sigue enamorado, con auténtica pasión e incondicionalidad, del perfecto Amor de Dios que nos sustenta a todos en Él, y verás que Dios no es alguien aparte de ti, de tu prójimo o del mundo, sino Divina Unicidad de Consciente Plenitud.

   Combatir o seguir preceptos ajenos sin haber apercibido desde dónde fueron éstos establecidos (por el cálculo personal o por el corazón) y para qué se enseñaron (para el bien propio o de unos pocos allegados o para el bien de todos) es, aún con buena intención, errar. Por eso, para reconocer lo esencial del mundo, has de hallar primero lo esencial en ti. Ahí principia el verdadero camino espiritual. Mira adentro, muy adentro de ti... Encuentra el camino interior, ese camino directo que libera de todos los entrecruzados caminos, no atacando ni acatando ninguna de esas externas rutas a ningún lugar pleno ni definitivo que se presentaban una y otra vez en en el cotidiano vivir por el limitado enjuiciar del que desconoce lo más íntimo de sí. Dejar de confundirse con mil y una historias de perecedera hechura es acertar, porque acertar es sencillamente cesar de errar... Abre, pues, tu mente y ablanda el corazón. Sé humilde, fraterno y agradecido; no soberbio, desconfiado o resentido. Toma consciencia de la Consciencia. No le des crédito a misterios ocultistas, ritos huecos, diferencias elitistas o ladinos mensajes que, en nombre de la salvación, con impúdica malicia, ensalzan a unos pocos especiales mientras ignoran, desprecian e incluso denigran al resto que no alcanza su supuesto grado de especialismo superior. Y ¡bendiciones! habrás hallado el Camino; el único camino que te encamina a lo sencillo, simple y evidente, a lo no costoso ni gravoso... la estrecha e íntima senda que te saca del enrevesado laberinto de los proyectados pensamientos egoicos, que no dejaban ver la luz ni experimentar la amplitud inorillada del Ser con sus distractivos deseos y sus insidiosos temores particulares de externalizantes responsabilidades o méritos.

 ¡Despierta! Calma tu mente soñadora no significando más los aspectos especiales de los sueños, no comparando ni categorizando sus transitoriedades, contemplando con sencillez la inconsistencia del 'yo' que quería contemplar un mundo a su medida. Y todas las ataduras que el miedo juzgaba sus mejores soluciones serán reconocidas como vanas e imposibles, dejando al punto de atenazarte. Cuando un yerro es corregido, ya no es un yerro; cuando la oscuridad es alumbrada, ya no es oscuridad; cuando un sueño termina, ya no tiene realidad. Deja que lo que ES sea y la corrección de la Luz del Amor del Ser te despertará. ¡Sí, despierta! No aletargues tu alma sintiéndote desconsolado y encuentra en la llama interior del fuego sagrado del Amor Divino (el verdadero Amor) que crepita en tu corazón colmando de paz, dicha y bendición tu vivir... Ahora compártelo, extiéndelo... esa es la senda que conduce al reConocimiento de que siempre es aquí y ahora la plenitud de la Divina Unicidad. No te preocupes, confía... Sin duda, recuerda, es fácil lo fácil cuando no se lo confunde con lo difícil. Tu camino ya es la meta si no sueñas con porvenires hijos del ayer; la plenitud del éxtasis, la belleza radiante de lo inmortal, es ahora allende las apariencias. Camina el Camino y ya has llegado..., la realidad es obvia cuando no se la representa con ilusiones. Y, a su vez, cuando se reconoce que los resentimientos son una perspectiva equivocada de uno respecto al mundo, se vuelve a saber que el Amor no sabe de resentimientos. Profundiza en tu alma y dejarás de sentirte un desalmado que ve desalmados por todas partes; conocerás de primera mano la dulce alegría de vivir en la senda; sentirás, sin lugar a dudas, la hondura inacabable de la comunión con la existencia toda. Aunque el mundo percibido es un lugar doloroso, éste no es nuestro verdadero hogar. Somos a semejanza de lo eterno, pacífico y amoroso, de lo feliz, santo e infinito... Sí, definitiva y, al fin, evidentemente, sabes - por el reconocimiento y abandono de los yerros egoicos- que tod@s somos Uno en la Divina Unicidad que no conoce opuesto ni escisión.

KHAAM-EL
   


En la humildad de reconocer los yerros y abandonarlos,
aquí y ahora hallamos paz, evidenciamos claridad de consciencia, 
sentimos amor al prójimo
y compartimos la dicha de atravesar los egoicos obstáculos 
que por un tiempo en el tiempo sobrevienen
para su definitiva corrección y solución.
¡Despierta, amig@!
No te distraigas con lo externo...
Sigue el camino interno 
que en lo hondo del alma se despliega
y estarás disfrutando del Camino
(como un cordero que sigue al incruento Buen Pastor).
Lo aparente simplemente se va desvaneciendo
en la inacabable e inabarcable plenitud del Ser.



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