sábado, 6 de junio de 2020

LOS TIEMPOS QUE VIVIMOS

  Querer seguridad en lo de por sí inseguro y forzar actuaciones unilaterales para imponerla es acrecentar la inseguridad que se quería subsanar, al coartar la esencial libertad con culpabilizantes consideraciones y legalismos de segregadoras leyes que enemistan en vez de pacificar. Por eso, en los tiempos que la humanidad escoge al miedo como aliado en la vida, éstos se llenan de mentiras que campan a sus anchas con desvergonzada altivez, propagando por todos los rincones del mundo a su vástago -el odio-, que desprecia a todo aquel considerado diferente o que no sigue a pies juntillas la opresiva y uniformadora normativa desde ese temor programada, y del que brota el amargo y ponzoñoso fruto de la violencia ciega. Una vez visto esto, podemos reconocer -con pasmosa claridad- que nuestros tiempos fomentan lo antedicho. Así que, contemplemos de dónde surge nuestra comunicación, nuestra expresión, nuestro interactuar, lo que compartimos con el prójimo; ¿viene del miedo o de la amorosa fe? ¿Es unificador o excluyente? ¿Qué nos expresa la sociedad? ¿Qué le expresamos a ella? Hemos de tomar consciencia, sobre todo en estos tiempos que vivimos, de la manipulación mediática a la que se nos somete, de las contradicciones que con deslenguado descaro se cometen e ignoran, pudiendo -así- no seguir borreguilmente su hipnótico e hipócrita discurso frentista y evitar caer en la misma dinámica destructiva y no avivarla; para, ejerciendo nuestra decisión libre y poderosa de Amar, poner en práctica la idea expuesta en la lección 153 de 'Un Curso de Milagros' ("En mi indefensión radica mi seguridad"). Idea que nos emancipa de la esclavitud del miedo y el odio, que nos sana cualquier resentimiento que nos anegara el alma, que nos oprimiera el corazón, que nos flaqueara el ánimo, que nos desmoronara el mundo. Sí, hoy, como pocas veces en la Historia, urge aplicar en nuestras vidas las enseñanzas de Jesús de Nazaret el Cristo, de Sidhartha Gautama el Buda, de sri Ramana Maharshi, de Amma, y de tantas y tantas almas puras, libres y soberanas de sí, que nos invitan a seguirlas, a hollar el Camino del Despertar que ellas mismas anduvieron, a rendir nuestro apego al ego y su miedo arrogante, a abandonar lo que separa, juzga y condena, a amarnos, compadecernos, perdonarnos y unirnos en una común dirección fraterna, a vivir -día a día- con sencillez, humildad y confianza. El resto (la plenitud de Ser, la comunión con Dios, la ilimitud Nirvánica, la Divina Unicidad) -recordemos-, "vendrá por añadidura", no como objetivo. Es dándonos como recibimos; compartiendo como tenemos; desapegándonos de la corporeidad como vivimos de veras; bendiciendo como nos sabemos benditos; repudiando al miedo y a la violencia como el Amor resplandece y nos ilumina. Unámonos, pues, en lo esencial, en la brillante infinitud del Espíritu... Lo Santo vence sin luchar... ¡Aleluya! Desde lo más hondo del corazón, pacific@ Herman@ victorios@, un enorme y agradecido abrazo te doy.

KHAAM-EL



Por muy amenazantes y espantosas que vengan las situaciones,
por mucho que estos tiempos que vivimos turben nuestra alma 
y nos desesperen el corazón,
no nos defendamos de lo que ataca,
no nos resintamos con lo resentido,
no odiemos a lo que odia,
neguemos la negación
afirmando la plenitud de Dios en nosotr@s...
Siendo luz en la oscuridad,
calma rodeados de tormentas,
Amor desvaneciendo el imperio del miedo.
Porque más allá del ego y su apego al cuerpo:
paz, hermandad, espíritu, libertad, vida eterna, santidad.



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