martes, 17 de noviembre de 2015

A LO ETERNO SE LLEGA DESDE EL PRESENTE +

   A la pureza se va desde la pureza. Ahora es siempre perfecto; y después, en última y definitiva instancia, también lo es, porque lo imperfecto es un mero e ilusorio efecto de lo formal/temporal. Y la forma/tiempo no es en sí nada sin un observador particular; no es más que el ilusorio efecto de un efecto, una sombra de una sombra, un imposible creído posible. La  frágil idea de lo personal, necesitada sí o sí de forma/tiempo, brota de la Idea de lo Indiviso; Causa incausada en/por Su plenitud. El pez chico jamás podrá comerse al grande. Una ola es todo el océano aunque un supuesto observador ajeno la califique como diferente. No te separes de la vida o lo que percibes te parecerá muerte, puesto que significarse en lo dividido es sueño de olvido e ignorancia. Lo pequeño no puede realmente aspirar a lo mayor porque no puede saber ni abarcar en su incompletitud aquello que, por su egoico y dividido imaginar, cree desear.

   Una fracción (el ego) confeccionándose un mundo a su medida, en el que la parte se comporta como un todo, es, a todas luces, una insensatez y una engreída vanidad; un ensueño seductor ('seréis como dioses, -dijo la serpiente') que repite una misma tragedia. Por ende, lo particular o egoico, sólo forja inestabilidad, conflicto y deshecho. Únicamente, genera ilusión y fantasía, confeccionando un plan para que sus deseos derroten al miedo de sentirse separado, aunque lo que encuentra siempre es frustración y culpa, incordioso sufrimiento e inseguridad, ya que el tiempo y sus historias se diluyen en lo eterno como el humo de una vela en la inmensidad del espacio. Lo futuro es, sin duda, al igual que el pasado, una idea que se tiene en el presente; una simple memoria particular interpretada como un acontecimiento de/en lo real, o una personal figuración con supuestos visos de poder llegar a serlo. Más, toda figuración no es pura; porque, es una burda interpretación proyectada sobre el presente distorsionando la impecabilidad del mismo en su esencialidad ilimitada. ¿Puede realmente delimitarse una frontera congruente que defina cuando el pasado se convierte en presente y luego, este último, acaba en futuro? Evidentemente no. En consecuencia, desarrollar todo tipo de interpretaciones vitales desde una incoherencia, desprovista en su raíz de fundamento sólido, revierte, como hemos señalado ya, en una pertinaz sensación de oquedad y sinsentido, experimentada como una tensión aguda que futuriza con un destensarse que nunca obtiene, en verdad, por la irreflexiva adhesión a la idea del devenir como algo deseable y fundamental, cuando no es sino un monumental estorbo a la paz de espíritu. No os desviéis de la senda perfecta que ahora se despliega en el puro presente, libre de conceptos y ansias, desprovisto de toda imaginación o aditamento personalista.

   Sí, sólo se halla paz -y dicha verdadera- yendo por el camino del justo medio... estando presente en perenne flujo consciente... La luz siempre va a la luz; no conoce la oscuridad... A la pureza se va desde la pureza. A lo eterno se llega desde el presente, nunca desde lo temporal. A lo infinito se llega desde el aquí y ahora, jamás desde lo distanciado y formal... Meditad. Ahondad. No soñéis con la vida y Vivid sin temor... y, de súbito, lo Absoluto, la Divina Unicidad, un vacío total de lo aparente, sin posibilidad de opuesto ni supuestos, resplandeciendo Ahora, que es siempre en ilimitud... en eternidad y bienaventuranza inefable.

KHAAM-EL



Sal del sueño de la muerte retornando ahora a lo eterno, 
disolviendo la asociación particular contigo mismo, 
con el mundo, con el tiempo y sus efímeras formas... 
regresando a lo infinito 
siendo presencia presente... 
Pureza perfecta...
Dicha plena...
Libertad... 
Amor...
Paz... 




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