Tras esta breve introducción adjunto audio de la charla del pasado lunes 16 de noviembre, en la que profundizo en la idea de que el mundo es una gran representación, ensueño e irrealidad, pura apariencia, vana ilusión tomada por la realidad. Para ello partimos de un breve extracto de la exposición filosófica de Arthur Schopenhauer que dice: "La individuación es una pura apariencia, nacida del espacio y el tiempo, que no son nada más que las formas impuestas por mi facultad de conocer, por medio de mi cerebro, a todos los objetos del conocimiento; por consiguiente, la multiplicidad y también la diversidad no son más que apariencia, es decir, sólo existen en mi representación. Mi ser verdadero, íntimo, existe en todo lo que vive tan inmediatamente que se me manifiesta en la conciencia. esta es la verdad para la que existe en sánscrito una fórmula típica, Tat-twan asi -Eso eres tú-, y que se manifiesta bajo la forma de la piedad, fundamento de toda virtud verdadera, es decir desinteresada, y de la que es expresión en la realidad toda buena acción". Y, siguiendo el hilo de esta reflexión Schopenhariana, nos adentramos en lo sutil y rotundo del Advaita, de lo veraz allende toda transitoriedad y apariencia, de lo esencial, de lo ilimitadamente íntimo, de lo pleno e indiferenciado/indiferenciable, de lo sin opuesto; comprobando como, sólo, mediante la piedad -Compasión Búdica, Amor Crístico- de la acción desprovista de interés personal (Karma Yoga), puede iluminarse la conciencia; disipándose las tinieblas de la ignorancia que la acosaban, al desprenderse por completo del velo (los pensamientos personales, el ego) que le distorsionaba lo real.
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