sábado, 28 de noviembre de 2015

SE ES FELIZ COMPARTIENDO EL CAMINO EN HERMANDAD *

   No hay impedimentos a la dicha salvo los que uno quiera ponerse, y no hay, tampoco, impedimentos a la paz excepto aquellos que uno mismo escoge en su afán de contrapesar el inestable balanceo de los juicios. La carrera de obstáculos que a veces parece ser la vida no es más que la representación de los esfuerzos por tener razón, contra viento y marea, en el rumbo particular de los propios deseos. Uno cae por su personal ímpetu de ser especial, de ser mejor, de destacar del resto, de batir una supuesta marca para alcanzar una comparativa victoria a costa del otro. Meditad y sosegad el ánimo antes de principiar nada. No corráis codiciosos hacia una meta que os precipita a la sima del sacrificio y la competitividad; corred, si gustáis, por amor a correr, sin más, y la vida se tornará realmente gozosa. Vivid sin importancia personal, y el sufrimiento cesará. No tracéis rutas incongruentes u os perderéis en los nebulosos páramos de la confusión, el ansia desatada, la cólera y el desaliento. Mantened clara y serena la mente desde un principio, porque la orientación del pensamiento conduce inevitablemente a los destinos que esa orientación traza. Si, ésta, parte de inicio desde la desconfianza, por mucho que quiera encontrar amor, no lo halla; al igual que un lapicero negro jamás pintará el amarillo, ni de semillas de manzano verdecerá nunca el abedul. Por eso, la infelicidad es cosechada siempre que se siembra desde el deseo de lo personal; pues, esperar algo determinado, como condición indispensable para la propia felicidad, desespera en el arduo esfuerzo por lograrlo, o con el vano intento de mantenerlo, si ese algo, finalmente, es alcanzado.

   Parad el frenesí de querer alcanzar la victoria personal en una próxima carrera, en un futuro anhelado, en un mañana idolatrado. Sosegaos y meditad. Todo aparece libre de obstáculos en la inmediatez del instante presente, en su serena claridad, en su liviandad y pureza... a salvo de personalismos y juicios... completamente liberada, el alma, de deseos y temores, de triunfalismos y fracasos; ya sin la pesada carga de egoístas identificaciones, expectativas o reproches. Actuad, sin dudar, desde ahí, y la vida será: una siembra fértil, de inevitable, abundante y feliz cosecha, un compartir el camino en hermandad -sin prisas ni competitividades, teniéndose, de verdad, el uno al otro-, una constante apertura a lo eterno y bienaventurado, un encaminarse de la luz a la luz deshaciendo aparentes oscuridades, una bendición incesante, una gratitud inacabable.

KHAAM-EL




  En el ahora... 
sin prisas, sin expectativas, sin particulares imposiciones... 
el Amor es eterno.







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