Esforzarse por variar lo variable procurando que sea invariable es una acción vana e inútil, al igual que poner la confianza en lo transitorio sólo acarrea frustración y resentimiento. No quieras detener lo indetenible. Todo sigue su curso de manera natural, sin esfuerzo alguno por tu parte. Confía en lo esencial y eterno, en lo santo e inconmensurable, en la Divina Unicidad. No desconfíes de la vida. Ama y no temas. No te preocupes por nada, ya que es siempre la preocupación, surgida del deseo por alcanzar un resultado determinado con planificada antelación, el obstáculo que fabrica uno merced a la desconfianza intrínseca del sistema de pensamiento egoico.
El mundo gira y gira cíclicamente. Todo crece, mengua y vuelve a crecer, en el momento justo para que la vida florezca... de la misma forma los acontecimientos se suceden unos a otros, con precisión milimétrica, siempre para bien, si sabes ver con ecuanimidad, aunque a corto plazo muchas veces pienses justo lo contrario. No los prejuzgues ni examines con improductiva opinión, desde tu limitada perspectiva, y vive con confiada y despreocupada actitud fraterna. Sí, todo fluye como debe fluir cuando no se interfiere en ello con intereses personales y juicios. No quieras ocupar un lugar que no te corresponde ni vivir la vida de otro. Depón cualquier actitud comparativa... atraviesa, con la constancia y la sencillez de lo espontáneo, cualquier tipo de dificultad; tal como la corriente del río sortea, limpiamente, todas las trabas que ante él aparecen.
No cabe duda, las dudas carecen de significado ante el empuje de lo natural, de lo simple y fácil... lo evidente no puede conocer impedimentos que detengan su manifestación.
Todo es como tiene que ser porque lo que Es permanece inmaculado tras las apariencias que imaginaban ocultarlo. Sigue el curso de la vida en paz, y te reencontrarás felizmente con la Vida. Decide ser feliz en medio de la tribulación. Eres libre de toda condición si, tú mismo, no le impones condiciones a la vida. Mantén tu fe en la pureza que todo lo bendice. Confía en el Amor... sigue enamorado, completamente enamorado, aunque el mundo te rompa el corazón sigue amando de todo corazón, con el alma toda, con todo tu ser. Entrégate al perfecto Amor de Dios todo el tiempo en el tiempo y, éste, te devolverá a la eternidad. Nada puede derrotarte cuando confías en lo santo e intemporal. Abandona, pues, los consejos surgidos del miedo y la desazón, y, entregado a alma abierta, contempla como todo se armoniza sincrónicamente para dejarte la fragancia de lo eterno impresa, para siempre, en tu alma agradecida. Sí, todo te irá bien... es inevitable encontrar el definitivo y eterno Amor que, en esencia y en verdad, sustenta y trasciende todo lo percibido e incluso imaginado.
KHAAM-EL
Quien en el Amor eterno de Dios confía, ningún mal puede derribar. ¡Bendiciones!
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