lunes, 3 de julio de 2017

EL TIEMPO ES UNA SENSACIÓN *

   La experiencia viva de lo real es la clave. En lo esencial todos ya estamos salvados, porque nunca se ha visto afectado por la variabilidad de lo superficial, distinguido y aparente. En consecuencia, el supuesto futuro de plenitud realmente es pasado. Ahí es donde la conceptualidad del ego queda atascada, en su vano intento por entender lo universal e intemporal desde lo limitado y pasajero. ¡Ojo con presuponer! Ahondamos en esta idea crucial, se dicen cuatro frases sugerentes, se ponen dos ejemplo llamativos, y el sistema de pensamiento egoico se atribuye haberlo entendido con pronta suficiencia; más, en verdad no ha entendido sustancialmente nada. Y ¿sabes porque no lo entiende aunque lo crea? sencillamente, porque lo personal tiene exclusivos deseos para sí. Y, lo que tiene deseos para sí, entra en conflicto con lo que pretende conseguir, al experimentar su carencia por justificar su búsqueda; elaborando, en tal suerte, una sensación de anhelo o repulsa, según quiera conseguir algo o apartarlo. Y, esa sensación que toma por natural fabricada desde su perspectiva personalista, es la insidiosa sensación del tiempo. 

   Siempre que uno se identifica con el ego vive atrapado en el tiempo, ajustándose de inmediato a un tiempo particular diferente al del resto, puesto que en el tiempo todo es relativo respecto a todo. Y ésto sucede al creer que se está dentro de una sensación específica, de una especial manera de percibir. Entonces, al experimentar una comezón particular exigente de una acción sujeta a ella, que no hace sino acrecentar el sentir personal, todo se vuelve confuso y desalentador tras breves períodos de impulsiva euforia. Así que, mientras se está en la percepción del ego, los pensamientos que la significan no pueden realmente entender lo que intentan entender, al depender enteramente de esa subjetividad para sentir una presunta objetividad vital considerada como separada del resto de la vida.


   La clave para salir de semejante paradoja perceptivo/intelectiva, que es esa sensación egoica que fabrica el espacio/tiempo, y poder retornar a la realidad plena e incontrovertible, es destruir su paradójica hechura en su raíz. Simplifica. Indaga. Medita. Profundiza en lo esencial. Porque, repito, sin duda el tiempo, junto a sus cambiantes situaciones, es una sensación en la consciencia. Por ejemplo, cuando tienes que ir a un sitio que no te gusta nada y preferirías no ir, ¿Cuándo sucede el malestar? Evidentemente ahora, justo cuando aún no has ido pero sabes que has de ir; luego, sin duda, es un presunto malestar futuro que experimentas en el presente. Por ésto, el futuro es en verdad pasado, ya que para sentir el malestar en el presente acerca de una experiencia futura has de proyectar en ese futuro, ahora, un recuerdo del pasado con el que el porvenir es juzgado de antemano. Es evidente que, para juzgar que algo que ha de venir te disguste o te atraiga, has de haberlo pensado con anterioridad al hecho mismo. Toda la sensación del tiempo es, por tanto, un recuerdo personal, proyectándose desde una desconfianza separativa (el ego) que fabrica espacios diferentes en los que esconderse de sus propios pensamientos de angustia. Contempla con consciencia como toda tu incertidumbre futura es una reminiscencia pasada repitiendo su sensación de aislamiento, un sentir especial que te diferencia y te empuja a luchar por sobrevivir dentro de una frágil idea de ti.

   La infelicidad y el sufrimiento son una idea personal, no una realidad universal. Mañana es nunca, y, al igual que el ayer, nunca se encuentra en el presente, que es donde realmente se está siempre y donde la dicha y la paz son firmes, vívidas e indestructibles.

   Deja, pues, de darle significado a tus juicios personales, no los proyectes desde esa sensación particular. Abandona el miedo y encontrarás el Amor; ese poderoso acto de total inclusión, que corta de raíz la paradoja del ego, desvaneciendo sin contemplaciones su pesadilla buscadora de exclusivos paraísos imaginarios, que siempre se derrumban en su huida de infiernos soñados tomados por reales. ¡Despierta! Vive presente, ecuánime y consciente. No te anticipes, ni para bien ni para mal, y haz ahora, siempre, lo que debes desde la paz de espíritu, para que ésta abrace toda la sensación del ego (el tiempo y sus escenarios) y lo perdone de inmediato en toda su aparente multiplicidad separativa. Mantente presente en el presente con consciente presencia. De un solo tajo, así, la raíz de la paradoja ha sido al fin cortada y la plenitud intemporal del Ser brilla de nuevo en la perfecta quietud de lo incondicional e inefable. La experiencia viva, constante y definitiva, desvanece toda la ilusión del ego, para no dejar rastro alguno de esa experiencia imaginada de lo transitorio, que fabricó muertes imposibles pensándolas posibles. Distiende tu pensar. No sigas los dictados de tus sensaciones e irás más allá de todo más allá; encontrando acá, precisamente ahora, en la consciencia consciente de ser consciencia, lo eterno e indisoluble.   Ahonda. Medita. Conoce.

KHAAM-EL



En el tiempo ya se encuentra la eternidad.
Una ilusión sucede dentro de lo real.
Un pensamiento aparece en la mente.
Un sueño es sólo una pasajera sensación de separativa apariencia.

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