martes, 5 de enero de 2016

LA AUTÉNTICA CELEBRACIÓN - AUDIO

   Bajo esta introducción adjunto el audio de una charla en la que ahondo en el significado esencial de celebración, de santificar toda festividad; para, desde lo íntimo y sustancial del ser, abrir nuestros corazones y nuestras mentes a lo inefable; para, desde el hondo anhelo de lo santo, que jamás busca la mera evasión sino la profundización en la paz y dicha de compartir el Amor de Dios, nos descubrirnos como hermanos por Él, al ser sus hijos. Y, juntos, despertar del sueño de la muerte; para, desde la gratitud de poder parar -en la auténtica celebración- de la inercia cotidiana que cree en lo sacrificado y tedioso, poder recordar felices, por la santificación del día, nuestra verdadera naturaleza proveniente de lo divino y eterno... descubriendo, en la entrega total de la celebración, qué es Dios, qué es lo santo, qué es la vida del espíritu, y cuál es nuestra labor a realizar, para el bien de todos, en Su Nombre.
   Hemos de aprender a desaprender todo lo que hemos aprendido desde el miedo y su inercia a hacer sólo por cuenta del propio provecho, de la personal satisfacción y el lucro. Porque vivir únicamente para sí, para la búsqueda del éxito y la gloria particular, es de lo más deleznable e inglorioso, de lo más absurdo y ruin, puesto que vivir de esa manera, sintiendo como se descompone la identidad personal, a cada latido del corazón, a cada respiración de los pulmones, a cada cana que sale en el cabello, a cada arruga que se ve en el rostro, persiguiendo alargar la efímera vanidad del ego, es un absurdo y doloroso despropósito. Si no te paras y santificas las fiestas, celebrando de verdad lo esencial, santo y puro, la vida será para ti un infierno. Más, si santificas las fiestas, celebrándolas con consciencia y humilde gratitud hacia Dios, la celebración se ampliará a todas las jornadas de tu vida; y ya no trabajarás sólo para vivir, o sobrevivir, sino que laborarás para extender la dicha de lo santo a todos los encuentros que a ti vengan mientras tu corazón lata y tus pulmones respiren, sin importar canas ni arrugas. Celebremos, pues, cada instante como el último, como la puerta siempre abierta a la eternidad... y la vida será, por nuestra entrega, un perenne instante santo; estaremos verdaderamente en paz, verdaderamente felices -en la hondura del alma- y extenderemos bendiciones, pues nuestra expresión infatigable siempre será la gratitud del Aleluya.

KHAAM-EL







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