sábado, 16 de enero de 2016

RECONOZCO QUE...


    Reconozco que...   
   Siempre que busco tener razón a toda costa de forma personal, justifico lo injustificable; cuando sencillamente estoy completamente equivocado.
   Siempre que deseo obtener algo lo enmascaro de necesidad, cuando no es sino particular capricho.
  Siempre que odio ser yo por su debilidad ante el mundo, -este cuerpo y esta mente a las que tiendo a llamar mi identidad y que como nacieron morirán- estoy engrandeciéndolo.
   Siempre que quiero ser yo frente al resto del mundo estoy exigiendo, aunque vaya de desprendido; porque aferrarse a la identidad personal es demanda de atención y reconocimiento, nunca un acto amoroso.
   Siempre que pretendo sostener mi punto de vista y de opinión como algo sustancial, miento.
   Siempre que afirmo la mentira o me revuelvo contra ella, la aumento; porque darle significado al sin significado no ayuda a traer lo veraz.
   Siempre que planifico estrategias sucumbo a la arrogancia de intentar controlar lo incontrolable, desconfiando de la sencillez del Amor.
   Siempre que creo saber como permanecer en paz, la pierdo en breve; y cuando pienso que poseo la clave para la dicha, ésta, al pronto, se diluye.
   Siempre que sigo la percepción opino sin saber y juzgo temerariamente.
   Siempre que no estoy atento a la plenitud del instante presente me sumerjo en un sueño divisor en el que buscando lo que deseo no hago lo que debo. 
   
   Por esto, me pongo de rodillas ante Dios, y pido perdón agradecido de que Él, y sólo Él, nos levante en el mundo por mucho que tropecemos, para conducirnos con dulce paciencia infinita hasta el Cielo.
   
   Sí, y por Su Misericordia, reconozco que debo perdonar y no dejarme seducir por la tentación de erigirme en juez de las relaciones. No estoy para evaluar a nada ni a nadie según mis preferencias o aversiones. 

   Reconozco que lo especial y diferente carece de sustancia. Por eso, en el Nombre de Dios, os pido perdón por todos mis errores, por todos mis lamentos injustificados, por todas mis ansias inadmisibles, por todos mis sueños y razones, por todas mis lazadas de arrogante necesitado, por todos mis cuentos interesados. Sois libres. Puros. Tiernos como gacelas y majestuosos como leones, Bellos y radiantes en el alma toda. Benefactoras y firmes fortalezas de luz. Infatigables anunciadores de Dios. Auténticos dadores del despertar a la verdad del Amor infinito y santo.

   Reconozco que os Amo y vosotros me Amáis... sólo hay Amor. Benditos sois. Benditos somos por la gracia de Dios.

   Os pido, pues, perdón de todo corazón, agradeciendo feliz que todos, cual uno sólo, ya estamos perdonados en el Espíritu de Dios. Ninguno somos los cuerpos. Somos libres y plenos. Somos aun, en esencia y en verdad, puros y bienaventurados... tal como Dios nos creó por siempre. Amén.

KHAAM-EL



Que el perdón descanse nuestros corazones fatigados 
y su benéfica Luz nos muestre el camino al Cielo... 
Vuela, pues, libre hacia el Cielo... 
en una nueva relación, ya sin miedo, ya sin límite, ya sin divisiones. 
Da todo tu Amor. 
Comparte perdón en un mundo dolorido y desesperanzado. 
Da, da, da, da, y sé feliz.
   
 

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